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Mallorca ha vuelto a quedarse fuera de los planes multimillonarios del Gobierno central. Esta vez le ha tocado el turno a los trenes, que recibirán la ridícula cantidad de cincuenta millones de pesetas para los próximos siete años del medio billón que Madrid piensa destinar a redes ferroviarias nacionales. Se ve que en la mente de los políticos de la Península sigue pesando esa imagen decimonónica que identifica a nuestra Isla con un paraíso turístico que no necesita infraestructuras porque le basta con sus playas.

La respuesta del Govern ha sido inmediata y, como es natural, llena de duros reproches. No es para menos. Resulta insultante para un equipo de gobierno la «propina» de cincuenta millones de pesetas cuando se han reclamado nada menos que cuarenta mil millones para resolver los puntos pendientes en los ferrocarriles mallorquines, algunos de enorme importancia, como las vías hasta el campus universitario o hasta el aeropuerto de Palma.

Mientras en la Península se habla de unir las principales capitales con trenes de alta velocidad, aquí sólo aspiramos a recuperar nuestra antigua red ferroviaria sin grandes lujos ni grandes velocidades, incorporando eso sí los dos nuevos destinos, la UIB y Son Sant Joan, hoy en día fundamentales para una correcta planificación del transporte público.

De nuevo, y sin pretender caer en el victimismo, debemos denunciar una situación terriblemente injusta. Balears no puede quedar al margen de los planes de infraestructuras de la Administración central. Necesitamos mejorar nuestro transporte ferroviario y nuestra red de carreteras, así como conseguir que no sea tan gravoso el transporte marítimo. Un mejor desarrollo de la ley de régimen especial y una financiación autonómica que responda a nuestra realidad son imprescindibles para intentar solucionar los problemas de esta Comunidad.