La del miércoles fue una noche de salidas. De la cárcel, para Joaquín Martínez, de la casa de Gran Hermano, para Eva Paz. En el caso de la catalana, afincada en Mallorca, su salida era esperada, pero no por ello dejó de ser especial. No en vano Eva ha sido hasta ahora la líder en la casa, sus palabras eran las más escuchadas, no sólo por los integrantes de Gran Hermano, sino por toda la audiencia del programa, que ayer superó el récord de telespectadores.
Eva llegó al plató de televisión y la primera persona con la que se encontró fue su padre; se abrazó a él, para después fundirse en un beso con Emilio, su «marido» en la casa. ¿Y su hijo? Pues no apareció, por expreso deseo de Eva, que no quiere involucrarlo para nada en esta historia.
«Para mí ya está bien el tiempo que he estado (79 días) en la casa, si hubiera ganado mucho mejor, pero ya me conformo. Estoy muy contenta de haber salido, era lo que quería», afirmaba Eva, que reconocía que quería los 20 millones del premio para comprarle una casa a su hijo.
La alegría por haber vuelto a la «civilización» se tornó en su rostro en tristeza y amargura cuando Mercedes Milá le mostró el vídeo en que su padre le decía a Emilio que «yo no soy tu suegro», además de declarar que «no van a durar ni 15 días». La reacción de Eva era contundente: «¡Qué mal rollo!, ya dentro de la casa me preocupaba mucho lo que podía pensar mi padre de mi relación con Emilio».
En otro momento de la conversación mantenida con Milá, mostró su preocupación respecto a «si mi hijo me ha visto llorar. Espero que no me haya visto mucho por la tele».
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