Hace ya unas cuantas semanas que llegó el verano y los socorristas se han convertido, en estos meses, en improvisados «ángeles de la guarda» de todas las playas de Balears y, en este caso, de la costa del municipio de Calvià. Más de veinte vigilantes y nueve patrones se reparten por las playas de Illetes, Palmanova, Morocco, Playa del Oratorio, Costa d'en Blanes, Portals Nous, Son Matías, Cala Vinyes, Portals Vells, Playa de El Toro y La Romana desde las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde con el fin de preservar las playas de Calvià y, sobre todo y lo más fundamental, salvar vidas. Ante cualquier mínimo indicio de peligro, los vigilantes se encuentran prestos y dispuestos con sus lanchas y motos de agua para salir airosos de todos los rescates y adversidades.
Los responsables o capitanes, más conocidos en argot como «Charlys», se sitúan en varias bases repartidas por toda la costa. Uno de ellos, Antonio Sánchez Mulero, «Charly» número tres y patrón de la embarcación Lima 0 (la más grande de todas con más de seis metros), nos cuenta que «hay días tranquilos; sin embargo, hace un par de semanas, en cuarenta y cinco minutos tuvimos nueve emergencias». Y es que en esta profesión no hay que despistarse ni un solo segundo, y menos en verano.
Los patrones o «Víctors» son los vigilantes. Éstos trabajan durante seis meses al año y se establecen por las distintas playas del municipio dirigiendo al resto de socorristas, que son contratados por los playeros. Nuestros vigilantes disponen de un «arsenal» de lo más variado. Desde una JetTender, que es una embarcación dotada de luces, equipo de reanimación y materiales de rescate; hasta cuatros zodiacs y tres motos de agua. Además, en cada playa se encuentran dos sillas de ruedas que facilitan la moción de los minusválidos; ejemplo que deberían tomar todas los playeros, no sólo de Balears, sino de toda España.
Quienes crean más quebraderos de cabeza, según Charly tres, Antonio Sánchez, son los ebrios: «Rompen el clima de tranquilidad que se suele respirar por esta zona y más de una vez solemos tener algún que otro problema con ellos». Además, añade: «Durante el invierno tampoco nos libramos, siempre están los típicos 'hijos de papá' que cogen las barcas y luego tenemos que salir a por ellos porque no pueden volver». Para un futuro no muy lejano, Protección Civil de Calvià quiere tener en servicio un refibrilador que sustituya, de alguna manera, a los equipos de reanimación actuales. El refibrilador es un aparato que dispone de una serie de electrodos que se activan de manera automática y van dando todo tipo de información vital referente al malherido. «Poseer este aparato sería muy importante para nosotros "afirma Manolo Barné, Charly número uno" ya que de esta manera nos daría mayor seguridad y eficacia». El refibrilador cuesta unas 500.000 pesetas pero como nos dice el propio Manolo Barné: «¿Cuánto vale una vida?». Pues mucho más que un simple medio millón.
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