Viernes de fiestas. Ya lo contamos. Las dos mejores, las de Son
Vida y Golf de Santa Ponça. La peor, la de es Canyar. Peor por la
organización. Ignoro cómo se lo montaron adentro, pero a tenor de
que la invitación era para las 21.30 horas y a medianoche todavía
no se había comenzado a cenar, pensamos que no fue buena. Y
exteriormente, vista desde el camino, nefasta. La asistencia
desbordó la capacidad. Como no había sitio para todos los coches,
muchos tuvieron que dejarlos en el camino, y, a pie, ellas -casi
todas- de tacón alto, ir un ratito a pie y otro caminando. Unos se
lo tomaron bien, incluso entraron sonrientes -sobre todo sonrientes
ante la cámara-, otros no tanto. Para colmo, un invitado dejó el
coche en medio del sendero ¡y que les den!, pues por su culpa no
pudo salir nadie de allí, a no ser a pie, con lo cual los
fotógrafos de las agencias no pudieron enviar a tiempo, ni los dos
o tres taxistas que habían llevado invitados abandonar aquel lugar
hasta las tantas, cuando, tras mucho insistir a la policía, la grúa
se llevó el todoterreno. Antes, a través de la seguridad, se había
enviado mensajes a la viuda de Macaya para que avisaran al
propietario del coche, mas esta respondía que por un coche mal
aparcado no iba a molestar a sus invitados. Y yo me pregunto, ¿qué
hubiera pasado si se declara un incendio, o si a algún invitado le
da un patatús? ¿En aquel atasco, cómo sale la gente o cómo
resuelven la urgencia? ¿Por los aires?
Además la cena, que se sirvió pasada la medianoche -algunos
habían hecho ademán de marcharse- no pasó de normalita. El resto,
ya lo saben, diversión hasta el alba y unos suculentos ingresos
para el Projecte Home. ¡Ah!, bueno sí, que Marina Castaño y el
escultor Richard Hudson estuvieron muy cerquita una del otro, que
bailaron bastante a pesar de que ella también lo hizo con José
María Navarro, alguien que no suele pasar desapercibido entre las
damas. Pero yo creo que fue para disimular.
Bien. Segunda parte. Sábado, tres de la tarde, Puerto Portals.
Aparecen Cristina y algunos de sus invitados a la fiesta de es
Canyar, entren ellos Elena Benarroich, Marina Castaño y el príncipe
Michael de Kent. Van a almorzar. Cerca hay periodistas, dos o tres
damnificados de la noche anterior (se tuvieron que quedar en el
camino hasta las cuatro de la madrugada por no poder salir a causa
del coche mal estacionado). Alguien del grupo pide que no les hagan
fotos, algunos periodistas no les hacen ni caso. Están en la calle,
los de en frente son famosos y ellos fotógrafos, por tanto, ¿quién
puede impedir que se hagan fotos?
Tras el almuerzo, el príncipe de Kent, al pasar al lado de un
compañero que había estado grabando con un videocámara, le golpea
en el brazo y la cámara está a punto de caerse al suelo. El
compañero, en un acto reflejo, da al príncipe una patada en el
culo. Y menos mal que uno del séquito de invitados le coge y le
pide por favor que se calme a la vez que le pide disculpas. Para
que vean hasta dónde han llegado las cosas este verano. Hace una
semana, escoltas de la Casa Real impedían a fotógrafos que hicieran
su trabajo en plena calle. Anteayer, todo un príncipe, además que
sale a menudo en los papeles, le da un manotazo a un fotógrafo.
¿Que hizo mal éste respondiéndole con una patada? Hombre, ¿por qué
los periodistas hemos de ser siempre los malos? Pienso que le
respondió en los mismos términos con los que él le agredió, ya
digo, estando trabajando en la calle.
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