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Para muchos, los 40 grados que puede llegar a marcar el termómetro en verano es poco menos que agradable. Sobre todo para aquellos trabajadores que a diario viven en ambientes donde la temperatura media supera con creces la máxima registrada en todo el verano. Es el caso de cocineros, pizzeros, parrilleros o panaderos, profesionales cuyo hábitat está ocupado por hornos, planchas y otras máquinas que pueden hacer subir el mercurio hasta más allá de los 300º.

Aún así lo que más temen no es tanto el calor como otros factores, como la humedad, el vapor o el humo. Así opina Manuel, un parrillero de pinchos que afirma que «lo que peor llevo es que el humo se me meta en los ojos», y no tanto los 50-60º que alcanza su parrilla cuando le echa el carbón vegetal. Fredy Javier es un pizzero del Puerto de Alcúdia que trabaja frente a dos hornos que alcanzan los 330 grados y que le dan poco menos que un fogonazo cada vez que los abre para meter o sacar una pizza. Pero no es la térmica de la maquinaria lo que le agobia sino las comandas que no paran de llegarle. «Y eso que no sudo porque soy todo fibra», bromea.

Lo del panadero Rafael debe de ser genético. Él es hijo y nieto de panaderos y lleva desde los 11 años conviviendo con hornos de más de dos metros. Por eso no se queja ni del calor ni del inflexible horario que comienza a medianoche y acaba poco antes de la hora de almuerzo. «La mejor manera de llevarlo es bebiendo mucha agua, porque aquí no hay cerveza», cuenta. Más suerte tienen los Manolos, dos cocineros tocayos y sevillanos. A ellos sí les dejan beber cerveza, además de los 4 litros de agua diario y el gazpacho que les ayuda «a recuperar las sales minerales que perdemos. Porque aquí acabas empapado y chorreando».

Su submarino, que es como llaman a la cocina, está amueblado por varias freidoras, planchas, hornos, microondas o trenes de lavado que hacen subir el termómetro muy por encima de la temperatura ambiente. El momento que más temen es «cuando oscurece porque se levanta mucho bochorno», entonces lo mejor es «no pensar en el calor porque si no te agobias». Para ellos los días lluviosos son mano de santo y por ello hablan de este agosto como el «mejor que hemos tenido en los 6 años que llevamos aquí».