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IVAN TERRASA"MADRID
Teresa Riera Madurell, diputada del Grupo Socialista por Balears en el Congreso y vicepresidenta de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la OTAN, defenderá en nombre de la Unión Europea, hoy en Estambul, durante la 48 Asamblea Anual de la OTAN, las bonanzas del Protocolo de Kyoto para la reducción de emisión de gases contaminantes a la atmósfera, a cuya firma se oponen los Estados Unidos de América. El discurso que pronunciará Riera, al que ha tenido acceso , es precisamente muy crítico con la postura del país que preside George W. Bush, que desde el nacimiento del Protocolo de Kyoto se ha pertrechado en las más variopintas excusas para no ratificarlo. "Es inadmisible "defenderá Riera" que Estados Unidos pretenda exigir los mismos límites de emisión a los países desarrollados (responsables del setenta y cinco por ciento de las emisiones) que a los países en vías de desarrollo. Si eliminamos la industria a estos países, los devolveremos al tercer mundo. Lo lógico es que, a medida que se vayan desarrollando y aumentando sus rentas per capita, vayan también cumpliendo los puntos del Protocolo de Kyoto, de manera escalonada y sostenible".
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La intervención de Riera, que se producirá inmediatamente después de la del otro vicepresidente de esta Comisión, el conservador estadounidense Vernon Ehlers, enfatizará la necesidad de llegar a acuerdos globales para preservar la cada vez más quebrantada atmósfera. Por ello hará tres proposiciones puntuales: incremento en la concienciación del sector privado para estabilizar el clima; elaboración de un pacto climático entre EE.UU. y China; y la determinación para crear una Organización Mundial del Clima con suficiente fuerza para hacer respetar sus decisiones.

Las posturas entre la UE y EEUU siguen siendo distantes en cuanto a la puesta en marcha del Protocolo de Kyoto. Pese a ello, Riera es optimista de que estas diferencias irán limándose gracias a la presión internacional que ya se cierne sobre Estados Unidos. El Protocolo podría entrar en vigor a finales de 2003, con o sin el apoyo de Estados Unidos, uno de los pocos países desarrollados que se opone a su ejecución.