A los comerciantes no les gusta que las casetas les den la espalda. Foto: JULIÁN AGUIRRE

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Transcurrida la primera semana, la sonrisa se ha borrado del rostro de todos. Empresarios de uno y otro lado no están contentos, tanto que algunos han arrojado la toalla y se han ido. Nos refirimos a los mercadillos navideños de la Plaça Major y Plaça d'Espanya. Veamos: En la primera plaza concurren tres tipos de empresarios: belenes, artesanos y los de toda la vida, o sea, propietarios de comercios. Los primeros no están a gusto allí, «porque notamos cómo los empresarios de los comercios no nos ven con buenos ojos, y para estar a disgusto de los demás, mejor no estar». Por su parte, los empresarios de los comercios se quejan sobre todo cuando las casetas se instalan dándoles la espalda. «Lo suyo sería que desde la terraza de nuestro bar se viera la caseta de frente, y no por la parte de atrás», nos decía el empleado de la fonda, que además se quejaba señalando sillas apiladas al lado de una columna porque «las casetas nos han quitado terraza, o lo que es lo mismo, mesas». ¿Que por qué hay tantas casetas que dan la espalda a los comercios y establecimientos de restauración de la citada plaza? Por una sencilla razón: porque las que los miraban, al estar en zonas por las que no pasa nadie, han sido retiradas, lo cual ha hecho a que las otras casetas (las que estaban espalda con espalda con éstas) se quedaran de espalda a dichos comercios. «Yo me he tenido que ir de donde me había colocado, mirando a un restaurante, porque por ahí apenas pasaba gente», nos decía el dueño de un chiringuito de venta de productos navideños. Otra mujer, Piedad, cuya caseta mira hacia una pared, se quejaba de lo mismo, «de que estoy harta de ver esa columna y de que por aquí, encima, no pasa nadie». «La culpa de todo esto la tiene el Ajuntament -apunta el dueño de una caseta de belenes-, que sin contar con nadie ha distribuido los sitios a su gusto, sin pensar que no todos, por su posición, son buenos. Lo malo es que encima ha dejado media plaza sin ocupar. Si hubieran colocado las casetas de otro modo -apostilla-, en forma de calle, por ejemplo, aquí nadie se quejaría, ni tampoco nadie se hubiera ido».

Más o menos lo mismo opinan los que tiene caseta en la Plaça d'Espanya; sobre todo los que la tienen con vistas al banco y a la tienda de fotografía, ya que por allí apenas circula la gente. «El año pasado -nos dice una mujer- estábamos de otro modo, formando calles, y el público terminaba pasando por todas. Ahora, pues ya ve: por aquí no viene nadie. O muy pocos, tanto que hay días que nos estrenamos a las dos o tres horas de haber abierto». También se quejan en esa plaza de la cantidad de carteristas y ladronzuelos que hay.

Pedro Prieto