Mañana de Navidad, mañana de regalos, mañana de ilusión para los
más pequeños. Y puede que también para los mayores, aunque éstos la
alegría -o el chasco: ¡Oh Dios, otra vez unas zapatillas! se lo
llevan la víspera, antes o después de la cena de Nochebuena.
Y es que ayer -y anteanoche- es -fue- el día de Papá Noel. Desde
unos años a esta parte, Papá Noel, que ni siquiera sabía dónde
estaba España, la ha incluido en su itinerario y no se pierde ni
una Nochebuena sin visitar los hogares españoles para alegría,
sobre todo, de los niños, ya que reciben juguetes bastantes días
antes de que se les acaben las vacaciones, y también muy
especialmente de los proveedores de juguetes, que gracias a él
duplican su trabajo y, por ende, su caja.
Pero a lo que íbamos. Cualquiera de nosotros que tenga críos,
que por su edad están incluidos dentro de la libreta de visitas de
Papá Noel, saben muy bien de sus nervios a la hora de ir a ese
rincón de la casa donde hemos plantado el árbol de Navidad para ver
lo que les ha dejado aquél. Hay que ver también su carita de
sorpresa a medida que desordenadamente van rompiendo envoltorios,
abriendo cajas y deshaciendo paquetes. Y es que parece como si lo
quisieran ver todo al mismo tiempo. Por eso no dan abasto. ¡Venga
abrir cajas...! Mientras tanto, a papás y a abuelitos se les cae la
baba de alegría contemplando la escena. ¡Vamos a tener que reñir a
Papá Noel por traer tantas cosas!, dicen, pero, ¡sí, sí, reñir...!
¡Si son ellos los que más disfrutan viendo el alegrón que se pegan
los pequeños!
¿Que qué les ha traído Papá Noel este año? ¡Hombre!, en líneas
generales, a los más pequeños ropa y zapatos, que, dentro de lo que
cabe, es lo que menos les llama la atención, porque ropa y zapatos
tienen. La cara se les convierte en sorpresa cuando abren la caja,
enorme, más grandota que ellos, y descubren... ¡Una moto! O unas
cintas de vídeo con los cuentos que más les gustan. O la pelota.
O... ¡Anda, pero si es el ordenador! Y los que, listos ellos, dicen
en voz alta, «y la Play Station 2 me la traen los Reyes Magos».
Porque la mayoría lo tiene muy claro: que Papá Noel llega en
Navidad y los Reyes en enero. O sea, que todavía caerán más.
Y luego... Bueno, pues como hay que ir a comer a casa de los
abuelitos, que tienen árbol de Navidad, pues... A lo mejor en él
han dejado algo...
¿Y qué es todo eso comparado con la sonrisa de un niño...?
Pedro Prieto
Fotos: Julián Aguirre
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