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Quizá el próximo año haya ya televisión autonómica y el discurso de Nochevieja del president del Govern vaya precedido del himno (¿La Balanguera?, ¿otro nuevo?) y de una senyera que llene la pantalla.

El discurso de Jaume Matas, que emitieron las cadenas locales el día 31, -M7 lo hizo a las nueve de la noche-, estuvo precedido por una música neutra que dio paso a un plano general del president, sentado en uno de los sillones del Consolat de la Mar y en que, en la repisa de la biblioteca, era visible (a la izquierda) la fotografía de una de las audiencias con el Rey.

Fue un discurso de tres planos en que el president, a esa hora en que la mayoría de las familias estaban dando los últimos toques a la preparación de la cena de Nochevieja -y en las televisiones estatales comenzaba el telediario-, se expresó únicamente en una de las lenguas oficiales, en catalán, dejando el bilingüismo para mejor ocasión, y lanzando un mensaje que, el día anterior, había lanzado ya, en cierta medida, su portavoz en el Ejecutivo, el conseller de Turisme Joan Flaquer.

La idea fue la misma: que en estos meses se había conseguido remontar el clima de confianza y que el mayor reto era lograr que Balears recuperara su posición. No, no hubo alusiones críticas al Pacte en su primer discurso de su nueva etapa de president, pero no hacía falta. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

El president ha suavizado el movimiento gestual tan característico de sus manos, pero también la noche de fin de año se apoyó mucho en sus manos durante los seis minutos de emisión. Matas -traje oscuro, camisa blanca y corbata a rayas- sonrió en todo momento, transmitiendo la imagen de un dirigente «amable» y que pretendía ser didáctico y explicó claramente lo que suponía la financiación de los proyectos energéticos como el gasoducto: que toda España pagaría estos proyectos.

Se extendió en describir el nuevo clima de relaciones con la Administración central y puso especial acento (con las palabras y con la mano) en reclamar que Balears volviera a ser hospitalaria con los turistas y con quienes han elegido esta tierra para vivir.

No fue un discurso de grandes anuncios, pasó sus objetivos más inmediatos por el tamiz del discurso social: derecho al trabajo, a la vivienda y a «no morir en la carretera», en clara alusión a sus proyectos viarios.

El president redujo sus casi siete meses de Govern a «un parell» de meses, esa expresión tan mallorquina que se utiliza para resumir cualquier lapso de tiempo.