La parte superior del museo, transitable para el visitante, recorre todo el perímetro de la muralla renacentista. Foto: JOAN TORRES

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Una nueva perspectiva de Palma. Eso es lo que se encontrarán los visitantes del museo Es Baluard cuando pasen por los tres mil metros con vistas que ofrece el nuevo edificio. Desde lo alto, recorriendo el perímetro de la muralla renacentista, y desde la gran explanada que da al Passeig Marítim, Ciutat se abrirá ante sus ojos por los cuatro costados. Las vistas se convierten así en un valor añadido a la belleza del edificio y a las obras de arte que se expondrán en el interior y exterior del mismo.

Y justo a los pies del Baluard, sa Riera, sa Feixina, el Passeig Mallorca... Si continuamos frente a la bahía, a nuestra izquierda, la Seu, sus torres, rosetón del Portal Major y arbotantes. Y se ve tan cercana que casi puede tocarse. En esta misma dirección la vista alcanza hasta el extremo de la bahía ya en el Migjorn. Si damos la espalda al mar y miramos a la ciudad antigua, las espadañas de las iglesias del casco antiguo se destacan entre edificios y casas señoriales del gótico y barroco. Por este lado, también a los pies de la muralla, la plaza de Santa Catalina y el barrio del Puig de Sant Pere son los vecinos físicos más directos de Es Baluard.

Un recorrido por el Baluard de Sant Pere da idea clara de la importancia estratégica de su situación respeto a la defensa de la ciudad. Si nos situamos frente a la bahía podremos disfrutar del trasiego de los puertos pesquero, recreativo e industrial, de la misma forma que los militares que defendían el fuerte controlaban todas las entradas por mar. A la derecha, alzando la vista, el bosque de Bellver y el Castell nos informan del pasado histórico y de cómo ha ido creciendo Palma. Los molinos de es Jonquet se alzan entre construcciones del siglo XX, inmuebles de viviendas, edificios con encanto, sa Llonja, el Auditòrium.


M.Díaz