El Ajuntament de Palma acaba de poner en marcha un nuevo sistema
de tarifas en los aparcamientos municipales que favorecerá al
usuario, aunque contiene algunos aspectos ciertamente confusos para
el ciudadano de a pie. De entrada, la novedad más llamativa de la
iniciativa es el reclamo de esos quince minutos de párquing
gratuito. Una idea espléndida a nivel publicitario pero que, una
vez realizada la conveniente reflexión, lleva a la conclusión de
que no sirve para nada. Porque ¿quién aparca en un párquing
subterráneo -con la consiguiente maniobra, búsqueda de sitio libre,
nueva maniobra de salida- si la gestión que va a realizar le lleva
apenas diez minutos?
Lo cierto es que el tramo es tan exiguo que resulta del todo
inútil y, salvo excepcionalísimos casos, podría eliminarse sin
problemas.
Otra cuestión es la tarifa por fracciones de quince minutos, que
progresivamente irán reduciéndose a diez y a cinco minutos en años
venideros, aunque sólo a partir de la segunda hora. Ésa sí es una
medida necesaria y que sin duda será muy bienvenida por parte de
los usuarios, que en muchas ocasiones se veían obligados a abonar
la hora completa habiendo gastado únicamente unos minutos, aunque
está claro que este método debería aplicarse ya desde la primera
hora.
Pero no queda ahí la cosa, porque el nuevo sistema será aplicado
solamente en los aparcamientos municipales de gestión pública
(muchos lectores descubrirán hoy que existe esta diferenciación),
es decir, en el Parc de la Mar, Santa Pagesa, Via Roma y Comte
d'Empúries. De forma que el resto de los párquings construidos con
dinero público que gestionan empresas privadas -un asunto, el de la
explotación comercial que no debería afectar al usuario- podrán
aplicar el sistema tarifario que elijan, constituyendo esta
diferenciación una clara injusticia para el conductor.
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