Este año se cumple el 75 aniversario del Coliseo Balear. Por
ello, el Ajuntament de Palma ha preparado una serie de actividades,
enmarcadas dentro de las Festes de Sant Sebastià. En S'Escorxador,
la Tertulia Taurina del Cafè Niza organizó para el viernes pasado
una conferencia sobre esta importante celebración, en la que se
repasó la historia de este edificio y sus ya históricas corridas.
Además se hizo entrega del trofeo al diestro triunfador de la
temporada 2003 en Mallorca, Rafael de Julia.
El sábado pasado, se colocó una lápida conmemorativa en la
célebre plaza de toros y -además- se ofició una misa en recuerdo a
todos los difuntos taurinos. El Coliseo de Palma es un bellísimo
edificio modernista, cuyo valor monumental es incuestionable.
Varias son las personas que contribuyeron a la realización de la
construcción. Sobresale la figura de un hombre, que con su ímpetu
arrollador consiguió dotar a Palma de una de las plazas más bonitas
de España: José Tous i Ferrer, fundador también de Ultima Hora.
Quiso que su ciudad natal poseyera un escenario dedicado a la
fiesta de los toros, digno de los principales cosos de todo el
mundo. Y lo consiguió.
El año 1929 pasó a la historia con dos efemérides muy distintas:
la nueva plaza de toros y la muerte, en Inca, del malogrado torero
Àngel C. (Carratalà). En la novillada de feria, el novillo
«Saltador» segó la vida del joven. Los terrenos que ocupa el
Coliseo Balear se denominaban en aquellos tiempos «Son Brui». Se
construyó por iniciativa de su propietario, José Tous i Ferrer, el
cual encomendó la dirección de las obras al arquitecto mallorquín
Gaspar Bennàssar Moner, autor de los planos, quien comenzó el
edificio con 80 obreros, que al final se convirtieron en 300, entre
los cuales figuraban albañiles, carpinteros, cerrajeros,
pintores... Los constructores del inmueble fueron Antonio Balaguer
y Sebastián Crespí.
T.L./A.S.
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