Por decimocuarto año consecutivo se celebró, en la mañana de ayer, el concurso infantil de disfraces de Marineland, siendo su denominador común la creatividad y la originalidad. Porque se puede decir que esta vez sí, que los trajes artesanales superaron con creces a los adquiridos en tiendas especializadas, contra los que no tememos nada, pero a los que siempre los jurados valorarán menos que los que se hacen a mano, previo diseño y, a su vez, previa invención u ocurrencia. Como por ejemplo el de «El tabaco mata», pura crítica al tabaquismo y sus consecuencias, que aunque sin premio, fue un disfraz excelente.
La imaginación se tira a la piscina
Creatividad y originalidad a raudales presidieron ayer econcurso infantil de disfraces de Marineland
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