Muchos turistas opinan que las vacaciones son sagradas. En ese
caso qué mejor lugar para disfrutarlas que una hospedería, esos
alojamientos históricos situados en lugares de culto como ermitas o
monasterios. Estos edificios normalmente están situados en entornos
privilegiados, casi siempre vinculados a la Iglesia, y son lugares
únicos, auténticos monumentos históricos muy arraigados en la
cultura local. El Santuario de Lluc, el lugar de culto más venerado
por los mallorquines, fue el primero en ofrecer alojamiento.
La hospedería de este monasterio comenzó a funcionar en el año
1596, cuando se construyó la zona de Els Porxets, unas celdas
destinadas al reposo de los peregrinos que subían a venerar a la
Mare de Déu en bestia o en carro. Antiguamente no se cobraba, o se
cobraba lo mínimo, y era el santuario el que les ofrecía carbón,
aceite y aceitunas producidas en las fincas de la Mare de Déu.
Actualmente la situación ha cambiado mucho, según nos explica Josep
Riera, gerente de esta hospedería.
«Disponemos de 130 celdas de entre 1 y 6 personas. Hay muchos
clientes atraídos por motivos religiosos y espirituales, pero la
mayoría de la gente viene en busca de la tranquilidad o
aprovechando la situación privilegiada de Lluc para practicar
actividades como trekking o cicloturismo». Son habitaciones
sencillas pero completas, con baño propio en cada habitación. No
hay cruces ni otros símbolos cristianos en las estancias excepto
las dos fotos más representativas del lugar, una de la Mare de Déu
de Lluc y otra de los blavets.
Tolo Llabrés
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