Una actuación de los ministrils del Consell de Mallorca;la lectura dramatizada de un texto del director teatral Serafí Guiscafré sobre los orígenes del Reino de Mallorca, acompañado por el baile los gegants de la Corporación, y una lluvia de pétalos de flores sirvió ayer por la mañana de anticipo al acto institucional de la Diada que se celebró por la noche en el Principal y donde el Consell hizo entrega de sus distinciones y galardones.
Por la mañana, paseantes de la zona, mayoritariamente turistas y curiosos, siguieron la representación a la que también asistieron la presidenta del Consell , Francina Armengol y otros cargos del equipo insular, en su mayoría del PSOE, de EU y PSM. Antoni Pascual (UM) llegó cuando caían los pétalos, lanzados desde el Consell, ante cuyas puertas se celebró el evento. Fuentes de la institución recordaron que en años anteriores la presidenta no participaba en esta parte de la celelebración, sólo en la ofrenda posterior.
El concierto de los ministrils, continuadores de los juglares y trovadores de la época medieval, y el baile de gegants fue el único acto participativo de la conmemoración; una efemérides sin arraigo popular, que se instituyó por el empeño de la anterior presidenta, Maria Antonia Munar, y que el nuevo equipo de gobierno quiere ir cambiando progresivamente.
Los primeros cambios formales llegaron ayer: se suprimió la misa que se celebraba en la Catedral (que acoge la tumba de Jaume II, primer rey de Mallorca) y se eliminó parte del ceremonial. Así, la ofrenda floral fue casi clandestina se si compara con el exceso de celo de años anteriores. Donde antes se inundaba la Seo de ramos de flores (cada departamento dependiente del Consell y las asociaciones subvencionadas tenían que comprar ramos o coronas), ayer sólo se depositó uno.
La presidenta Armengol y otros representantes de la institución recorrieron a pie el breve trayecto que separa el Consell de la Catedral. Fueron paseando y conversando pero no 'en procesión'. Hasta el pasado año la presidenta encabezaba una comitiva de forma más solemne y se cortaba el tráfico.
El obispo de Mallorca, Jesús Murgui, y otros representantes del Cabildo Catedralicio, vestidos de paisano todos ellos, esperaban en la puerta de la Seo a los representantes del poder político. La ofrenda se retrasó unos minutos para que llegara el único representante del PP, el portavoz adjunto Fernando Rubio, que acudió al evento.
La comitiva político-religiosa accedió a la Catedral por la puerta principal mientras eran observados y fotografiados por los turistas que aguardaban para visitarla. En el interior, sin ningún boato protocolario, se mezclaron con estos. Algunos de los representantes del nuevo poder político era la primera vez que accedían a la Capilla donde reposan los restos Jaume II.
La ceremonia fue brevísima y no incluyó discursos de ningún tipo (reservados para la tarde) ni tampoco gestos solemnes de aparente fervor nacionalista y patriótico. Las conversaciones entre representantes del Consell y de la Curia fueron totalmente informales. Concluida la misma, cada uno por su lado hizo el camino inverso al que habían realizado minutos antes. Los pétalos, con una diligencia inusual, ya habían sido barridos. A la Diada de Mallorca aún le quedaban entonces unas horas más. Salvo las del Consell, ni una sola bandera en las inmediaciones.
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