La propuesta la lanzaron en Madrid, pero no cabe duda de que es algo con lo que sueñan muchos padres: que el comienzo de las clases se adelantara cada curso al 1 de setiembre para que el calendario escolar se adaptara algo más al calendario laboral de los progenitores.
Ante una propuesta así, totalmente utópica en estos momentos, las respuestas adquieren diversos matices según sean las madres amas de casa o trabajadoras, así como para un buen número de abuelos y abuelas que cuidan de los nietos en ausencia de los padres por culpa del trabajo. Septiembre es un mes difícil para encontrar actividades para los niños.
Conciliar la vida laboral y familiar es una de las asignaturas pendientes de nuestra sociedad. En los últimos días han sido numerosas las voces de asociaciones de padres que han propuesto que el inicio de las clases coincida con el primero de septiembre. Pero, ¿cumple esta petición una finalidad pedagógica o simplemente es que no sabemos qué hacer con nuestros hijos? La mayoría de educadores coinciden en que hablando en términos pedagógicos no tiene demasiado sentido que se adelante el inicio de las clases, ya que según afirma el decano del Colegio de Pedagogos y Psicopedagogos de las Islas Baleares, Josep Quetglas, «España se encuentra en la media de la Unión Europea en cuanto a horas lectivas».
Los profesionales de la educación advierten que los padres cada vez dedican menos tiempo a sus hijos por cuestiones laborales y acaban culpando a la escuela de la mayoría de los fracasos de los jóvenes.
«La colaboración entre padres y centros es básica», según recalca Sebastià Sanoguera, responsable del departamento de tecnología del IES s'Arenal. Según este profesional, la educación ha pasado a un segundo plano. «Ahora es habitual encontrarnos con muchos jóvenes que faltan durante un mes entero a clase porque viajan con sus padres a sus países de origen», asevera Sanoguera, a la vez que se pregunta si tiene mucho sentido aumentar el número de horas lectivas cuando el absentismo es cada vez mayor.
Pilar Llompart es profesional de la educación en la Escuela Infantil Paula Torres y advierte que cada vez es mayor la desvinculación entre centro y familias, lo que dificulta la tarea educativa. «Está bien que los colegios puedan ofrecer más actividades extraescolares, pero no aumentar las horas lectivas» asegura Llompart, para la que este tipo de medidas responden más a la comodidad de los padres que a necesidades educativas estrictas.
Los educadores recuerdan también que ellos necesitan unos días para preparar el curso, hacer y corregir los exámenes de septiembre y poner al día a todo el personal interino que cada año va rotando.
En este, como en muchos otros aspectos relacionados con la educación de los más jóvenes, la polémica está servida.
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