«Lamento profundamente que lo que siempre he creído como buenos modales de un caballero europeo -saludar a las compañeras mujeres de manera cálida, con un beso en ambas mejillas o hacerles cumplidos sobre su belleza- haya hecho (sentirse) incómodas a colegas que respeto», afirmó Ayala en un comunicado obtenido por Efe.
«Nunca fue mi intención hacerlo», agregó el científico, quien apuntó que no desea colocar a estas mujeres, a su propia familia y a la universidad en medio de un «largo proceso de investigación adicional, audiencias, apelaciones y demandas».
«Tengo mucho respeto por ellos y mucho trabajo todavía por hacer. Continuaré con mis investigaciones con renovado vigor y agradezco el apoyo de los compañeros en todo el mundo», finalizó.
En un comunicado al margen, Camilo J. Cela-Conde, profesor de evolución humana y coautor de varios libros junto a Ayala, criticó la decisión tomada contra su compañero y aseguró que «la falta de imparcialidad» en la investigación de la universidad es «altamente evidente».
«Hasta donde yo sé, el profesor Ayala fue culpado por hacer comentarios educados sobre la apariencia de estas compañeras, por haberlas besado en entornos sociales con un beso en ambas mejillas, que es una costumbre habitual en muchos países europeos como España», dijo.
Cuatro mujeres acusaron al prestigioso biólogo de acoso y la universidad realizó una exhaustiva investigación entre noviembre de 2017 y mayo de 2018 que incluyó entrevistas a más de 60 testigos además de las denunciantes, empleadas del centro de estudios.
El rector de la UCI, Howard Gillman, se disculpó el jueves en un comunicado porque esas cuatro mujeres «experimentaron un comportamiento inapropiado por parte de un miembro» de la facultad.
«El comportamiento del profesor Ayala desafió nuestras creencias fundamentales y fue inconsistente con nuestras políticas, directrices y capacitación requerida. Dado el número y la amplitud de las acusaciones fundamentadas, y las diferencias de poder en juego, he decidido que mantener el nombre del profesor Ayala en una posición de honor sería erróneo», afirmó Gillman.
Por ello, el nombre de Ayala será eliminado de la Escuela de Ciencias Biológicas y de la Biblioteca de Ciencias, así como de las becas de posgrado, los programas académicos y las cátedras de investidura. Además el biólogo presentará oficialmente su dimisión con fecha 1 de julio y «se abstendrá de futuras actividades universitarias».
Las denunciantes, que han querido que su nombre se haga público, son Kathleen Treseder, profesora y jefa del departamento de Ecología y Biología Evolutiva; Jessica Pratt, profesora ayudante; Benedicte Shipley, vicedecana, y Michelle Herrera, estudiante graduada.
«Agradezco y felicito a nuestros colegas que informaron sobre esta mala conducta», dijo el rector, que consideró su decisión como «extremadamente valiente».
Por otro lado, la Universitat de les Illes Balears (UIB), en España, aseguró que retirará el «honoris causa» que concedió a Ayala en el año 2006 de confirmarse las acusaciones de acoso sexual hechas públicas.
Miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y ganador de la Medalla Nacional de Ciencia estadounidense, Ayala, de 84 años y con doble nacionalidad española y estadounidense, está considerado uno de los grandes expertos a nivel mundial en evolución.
Exsacerdote dominico, estudió filosofía, teología y física en la Universidad española de Salamanca y genética y biología en la de Columbia (EE.UU.).
Y se ha distinguido mundialmente por resolver con argumentos filosóficos y biológicos el conflicto entre religión y ciencia, especialmente en el campo de la evolución de las especies y, en concreto, del hombre.
Esta labor le llevó a ser reconocido con el Premio Templeton, el galardón de mayor dotación económica del mundo -1 millón de libras- que reconoce a personalidades internacionales por su contribución al diálogo entre la ciencia y la religión.
1 comentario
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Ignoro los detalles de este caso. Pero me acuerdo de un compañero de trabajo que, no hace mucho, (él era mayor) todavía besaba la mano a algunas clientes. Y me pregunto si hoy día le podrían demandar por acoso, diciendo que no habían consentido. Lejos estaba de su intención, pero es que hoy entraría en lo posible. Los usos van cambiando.