Las farmacias en zonas turísticas multiplican sus ingresos en temporada. | Pere Bota

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La venta de píldoras del día después es mucho más elevada que la venta de preservativos. Aunque no lo avala ningún estudio es así en la mayoría de las farmacias preguntadas, sobre todo, si se trata de boticas ubicadas en zonas de afluencia turística de perfil joven.

Es el caso de Punta Ballena donde el top 10 de ventas pleno verano lo lideran las píldoras del día después. «Es una barbaridad», lo describe el responsable, David Cimadevilla. «Incluso vienen chicas que repiten dos veces», añade.

Desde hace años, este anticonceptivo de emergencia se vende sin receta médica y «se hace un muy mal uso», explica Cimadevilla. «No hay ningún tipo de prevención, apenas se venden preservativos, de ahí el repunte de enfermedades de transmisión sexual», explica este farmacéutico que trabaja en una zona con gente tan joven y contacto sexual, «esa gente no lo utiliza».

Lo mismo sucede en algunas farmacias del centro de Palma, y en menor medida en s’Arenal donde todavía dispensan anticonceptivos de forma habitual. Se trata de zonas más extremas, ya que también hay farmacias en lugares turísticos con peticiones más constantes.

En Cala Rajada destacan que más allá de las ventas, hay mucha gente que acude a informarse sobre la píldora del día después. En esta zona calculan que el 80 % de los clientes son alemanes en verano y desde una botica justifican que «allí estará más restringido que aquí».

Una sensación que también comparten en Cala Bona. «Hasta hace poco hemos tenido casos de gente que se llevaban grandes cantidades de la píldora para tener en casa», asegura el farmacéutico Juan Ramis, quien reconoce que, aunque en menor medida, también dispensa más píldoras en verano. Su botica está en un destino turístico familiar donde la venta de anticonceptivos es usual.

Facturación
Desde el 15 de mayo al 15 de octubre aumenta de forma desmedida su facturación generando en la mayoría de casos hasta el 70 % de los beneficios anuales. «En invierno abrimos porque somos un servicio público pero a veces no compensa», explica el farmacéutico de Punta Ballena. «Concentramos mucha gente en fechas concretas», añade Pep Feliu, de la farmacia con su mismo nombre y quien reconoce que en verano se amplía el horario de atención al cliente.

«Si comparas el mejor día de julio con el peor día de febrero la facturación se puede multiplicar por más de 10», explica Cimadevilla. En su farmacia pueden pasar de 30 ventas en un día de invierno a más de 400 en verano.

El panorama de ventas cambia de una temporada a otra. Con el incremento de la población flotante también se cambia el interés por el producto. Junto con la píldora del día después, también se venden cremas para el sol, ya sea para protegerse o para aliviar una piel quemada, perfumes o, en definitiva, mucho producto de parafarmacia. En la zona costera de Son Servera, con un turismo más familiar procedente de Alemania, Inglaterra o países escandinavos, suelen vender más productos para mosquitos o cremas solares. «Hay más venta libre y muchos de los clientes vienen con recetas de sanidad privada», destaca Juan Ramis, como la principal diferencia.

Junto a los productos de parafarmacia siempre se cuela un clásico: los analgésicos para el dolor. Los que más se venden son paracetamol e ibuprofeno, también en su versión pediátrica. Aunque, con el recordatorio de que existe la obligación de presentar una receta para comprar una caja de ibuprofeno de 600 mg, este año han caído sus ventas.

En segundo lugar, aunque también muy común, se situarían los antiácidos para las indigestiones. Y en la zona de Punta Ballena, en Magaluf, ha llegado a entrar gente «con heridas abiertas, que hay que enviar a coser a un hospital», comentan.