La playa de Magaluf, sin prácticamente ningún bañista, tendrá que esperar para ver en su orilla a turistas británicos. | Jaume Morey

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El chasco ha sido mayúsculo en Mallorca y Baleares en su conjunto, aunque el prisma adquiere tintes depresivos si fijamos el foco en la costa por excelencia donde cada verano desembarcaban los británicos en la Isla. La negativa del gobierno de Boris Johnson de abrir el grifo a los viajes de sus nacionales a destinos turísticos de toda Europa cuesta de entender de forma parecida dentro y fuera de sus propias fronteras, y el caso de Magaluf es paradigmático. Allí los empresarios y trabajadores confiaban en trabajar pronto con el mercado en el que década tras década se han especializado. De esa esperanza queda ahora muy poco en pie.

Algunos asumen ya que lo suyo será una «tímida apertura», una «minitemporada» con la que habrá que lidiar lo mejor que se pueda a partir de julio. Por ahora en Magaluf se centran en gestionar la vorágine de reservas canceladas y aplazamiento de aperturas, que no es poco. Ni siquiera se fijan demasiado en las razones de la desesperanza. ¿Por qué Reino Unido mantiene cerradas sus fronteras para todo el continente, y con ello, también para las Islas Baleares?

Boris Johnson
Imagen del primer ministro británico tras recibir la segunda dosis de la vacuna de AstraZeneca. Foto: Reuters.

Algunos motivos planean sobre el escenario. Londres indica que el temor a un repunte de los contagios, mediante la influencia de las nuevas variantes del coronavirus, les invita a ser precavidos y no aconsejar todavía los viajes al extranjero. Y eso pese a que Baleares cuenta con una incidencia acumulada a catorce días mejor que la del propio país anglosajón.

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En la lista verde no solo no han entrado Baleares ni España, sino que ha salido Portugal. Algunas voces informadas cuentan que, con el trajín de la reasumición de la soberanía, el control de aduanas y fronteras por parte de los agentes británicos era muy mejorable y estaba ya siendo caótico, tan solo con la posibilidad de volar a destinos lusos. Si de pronto se multiplicaran los destinos y los pasajeros no cuesta imaginar la que se hubiera formado.

Otra realidad que ponderan los analistas y profesionales más afectados por esta decisión, caso del sector aeronáutico y turístico, es que Reino Unido impulse con esta medida el turismo de sus ciudadanos dentro mismo de sus fronteras. Que los británicos pasen sus vacaciones y gasten su dinero en negocios británicos, algo que ya se puso en marcha el verano de 2020, y que casa de mil maravillas con el espíritu del Brexit.

Con todo el primer ministro Boris Johnson recoge cuanto siembra; decepción en Mallorca mientras entre los suyos cunde la frustración y la exigencia de transparencia y explicaciones.