La suya es una tarea de equilibrismo digna de reconocimiento. No es fácil aunar las dos almas del partido, que en ocasiones se parecen tanto como el agua y el aceite. Lo hemos visto estos días, en el ámbito local y también en el nacional. En primer lugar Pablo Casado agitó el avispero balear reavivando una discusión que en las Islas solo sustentan unos pocos sectores, o bien interesados o bien desinformados.
Dijo «no habláis catalán», y poco tardó en pronunciarse la nueva líder popular de las Islas, con formación de traductora, para reafirmar la unidad de la lengua propia de Baleares. También la promoción de las peculiaridades insulares, como no podía ser de otro modo. Una cosa va con la otra, según nuestro Estatut d'Autonomia. Casado lo ignoró, como en su día lo ignoró deliberadamente José Ramón Bauzá, ostentador de la más amplia mayoría absoluta que se recuerda en el Parlament. Y así le fue. El 'No al TIL' vacunó al archipiélago contra el autoodio y granjeó una década de gobiernos progresistas.
En Ceuta la abstención del PP fue clave para declarar persona non grata a Santiago Abascal. El jefe de Vox viajó a la ciudad autónoma a lanzar sus proclamas mitineras. Generó exactamente la reacción que esperaba, la misma de Vallecas. Erosionó con su discurso agitado la convivencia cultural y social de una ciudad autónoma de frágiles equilibrios. El PP los conoce bien, pues ha pasado las últimas dos décadas gobernándola.
Sin embargo, en Madrid, todo adquiere un eco distinto, y Andrea Levy Soler, catalana refugiada en la Meseta del hundimiento de su formación, aclaró que su partido jamás es partidario de los cordones sanitarios a otras formaciones. Sorprende esta afirmación, proviniendo de las mismas siglas que exhiben dificultades para acordar la renovación del Tribunal Constitucional. En definitiva, decir una cosa en Madrid y –casi– la contraria en la periferia del Estado debe ser un ejercicio de equilibrismo dificilísimo. Sobre todo resulta agotador. Suponemos que para ellos, los políticos, también lo es.
4 comentarios
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Respecto al agotamiento mental de los políticos, llámese Pablito, Isabelita o Margarita, creo que se subestima su resistencia... ni siquiera con aquellos que acaban renunciando: diría que no lo hacen por agotamiento, pues mucho pegan giros muy lucrativos a cambio de fidelidad; algo que hace más llevadero afrontar la factura de la luz
Antonio BibiloniSí sí. Te farem cas i per ara no el votarem :)
Lo del ataque a un sanitario diciendo que era fake si que fue desinformación por tu parte.