Según el lingüista, este fenómeno es compartido en todas las tierras de habla catalana. En la imagen, un estudi de radio de la cadena autonómica. | Redacción Local

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La lengua es un instrumento para comunicarse, es riqueza cultural y expresa una forma concreta de ver el mundo. Es el principal instrumento en profesiones como los lingüistas y los periodistas, aunque recientemente hemos asistido a la constatación de que queda camino por recorrer. «Tenim una maledicció: la mala dicció. Crec que ja podem parlar d'emergència fonètica», escribía recientemente en Twitter el filólogo Gabriel Bibiloni, profesor desde hace mucho tiempo de Sociolingüística en el grado de Filologia Catalana en la Universitat de les Illes Balears (UIB).

Sus palabras podrían servir como conclusión de un estudio que le ha mantenido bastante ocupado, visionando uno tras otro los programas a la carta de la radiotelevisión pública de las Islas. Y es que Bibiloni ha pasado buena parte de los últimos días analizando la forma de expresarse oralmente de los profesionales de IB3 y los sonidos de sus respectivas hablas. «Estic amb els cabells drets», anticipó hace algunos días a las personas que lo siguen, con respecto a las pronunciaciones de la lengua propia de las Islas que iba escuchando.

De todas ellas, la mayoría presentaban deficiencias en la fonética, algo que no deja de ser curioso dado que esos profesionales han pasado por un proceso de formación y un proceso de selección laboral. En ambos sus destrezas se ponen a prueba. Según Bibiloni, de las 164 personas observadas un 70 % presentaron defectos de este tipo. La falta más extendida es el betacismo (61 % del total), esto es la sustitución de la pronunciación [v] por [b], típica de los ambientes castellanoparlantes.

La segunda carencia fonética de las personas que hablan en IB3 radio y televisión es un rasgo lingüístico bastante asociado a Palma. La ele mal pronunciada, llamada ela bleda o articulada a la usanza castellana afecta al 47,5 % de los controlados, que en este caso tiene mayor preminencia entre las mujeres que entre los hombres. Luego vienen los yeísmos; en primer lugar la sustitución de [ʎ] por 'i', por ejemplo pronunciando lluna como si fuera iuna (31,7 %), o el de junts que suena iunts (17 %).

Para no generar demasiada inquietud entre los telespectadores y más aun entre los profesionales de la comunicación en las Islas, el profesor universitario señala que este «es un problema nacional», en el sentido de que afecta a todos los medios de comunicación en el conjunto de las tierras de habla catalana. Finalmente, comparte una última reflexión: «La primera condición es que los interesados ​​quieran mejorar, y esto no existe. O ni siquiera conocen la propia situación. Cuando empezó TVE los locutores catalanes tuvieron que hacer esfuerzos, a veces grandes, para superar el acento catalán. Si no, no les admitían. Ya se espabilaron, ya. Si en los medios catalanes se hiciera lo mismo, ya se espabilarían».