María Obrador, Sylvie y Paul este jueves en el centro de Palma.

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En pleno verano el transporte en Mallorca es un caos. Es el único consenso entre taxistas, residentes y turistas. Moverse en Palma es, casi, misión imposible y las quejas se enfocan, sobre todo, al sector del taxi y del transporte público. Los ciudadanos se quejan del exasperante aumento del tiempo de espera y arremeten contra los taxistas. Estos niegan responsabilidades y piden soluciones a Cort. La situación se hace patente un día nublado, como el de este jueves: atascos en autopistas, buses llenos y decenas de personas esperando en la parada de taxis. El debate está servido.

«Antes no había ningún problema. Uno llamaba y le atendían casi al momento. Ahora estoy harta de esa musiquita que ponen y con la que te dejan colgado», replica Ana Lema, vecina de Palma de 55 años. Hace dos semanas, por una emergencia, necesitó un taxi en la calle Bonaire y la dejaron en espera con la melodía unas cuantas veces: «Llamaba, me dejaban diez minutos con la música y colgaba. Volvía a llamar, ¡y lo mismo!». «No me había pasado jamás». Las críticas por la saturación de los taxis se remontan a principios de la temporada de Semana Santa. Ya en abril, Fanny Mut, también residente, llegó una hora tarde a una cita médica. Se dirigía, con su hermana, desde Pascual Ribot a la avenida Gabriel Alomar. «Pensamos que sería rápido, porque en esta calle pasan muchos taxis». Sin embargo, todos iban llenos. «Llamamos varias veces, pero las centralitas estaban ocupadas. Estuvimos esperando 45 minutos. Todo un desastre. Al final tuve que llamar a la clínica, avisar de que llegaba tarde y coger un bus. Algunos pasaron de largo porque iban llenos». María Obrador niega que se culpabilice siempre al sector del taxi: «La culpa la tiene la EMT, que es una vergüenza». Vive en el Paseo Marítimo, por lo que suele coger la línea 1. «Los buses siempre van a tope. A veces tardan hasta 45 minutos o ni siquiera se paran. Es un desastre». Recuerda que son muchos los vecinos en esa zona y que se sienten desamparados. «Normal que los taxis estén saturados».

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Entre los turistas, lo que más molesta son las esperas. Michel, de Estados Unidos, llamó este miércoles a un taxi para que la recogiera de una zona residencial. Desde la central le advirtieron de unos cinco minutos de espera. «Nunca apareció», critica. Tras veinte minutos, desistió. Sin embargo, destaca la eficacia del servicio de taxi en el aeropuerto, donde «fueron muy simpáticos y rápidos. Estaba muy bien organizado, no como en Palma». Sylvie, de Marsella, elogia también el sistema del aeropuerto. Este miércoles cogió allí un taxi y se fijó en que «en la tablet del conductor se le fueron acumulando durante el trayecto una treintena de nombres».

Los taxistas no dan a basto y piden soluciones

En las paradas de taxis de Jaume III y el Born, en el centro de la ciudad, el ritmo era frenético este jueves por la mañana. La fila de siete taxis estaba en continuo movimiento, cogiendo clientes sin apenas descanso. Los conductores recalcaban, precisamente, el constante ajetreo. «Mira dónde como, en el coche, rápido entre servicio y servicio. No damos a basto», criticaba una trabajadora. Uno de sus compañeros explicaba a Ultima Hora que la solución no es permitir más licencias, porque en invierno sobrarían. «Solo se nos quejan a nosotros, pero hay colas de por todo. ¿Acaso no tienen que esperar en la cola del supermercado o en Son Espases para que les atiendan?», contraponía otro de los taxistas, mientras una pareja de turistas entraban en su vehículo. Niegan responsabilidades en la falta de servicios y atribuyen la responsabilidad a la mala gestión de la regiduría de Movilidad de Cort: «Nosotros queremos trabajar, pero no podemos», explica otra taxista de Ciutat, que prefiere no dar su nombre. «El problema es que todo está colapsado y tardamos el doble en llegar a los sitios. El otro día estuve una hora en un atasco». Mientras, los servicios se les acumulan. «Me da mucha rabia ver cómo tenemos que dejar servicios colgados porque no podemos acudir».