Joan Pla posa para este diario en las oficinas de Blau Hotels de Palma. | Jaume Morey

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Joan Pla (Molins de Rei, 1955) es el CEO de Blau Hotels, que cuenta con hoteles en Cala Mandia y la Colònia de Sant Jordi, en el Llevant de Mallorca, pero también en Asturias y Cuba.

¿Esperan tener una mejor temporada que el año pasado?
— Las ventas están un 20 % de media por encima de las del año pasado y vemos un mayor interés para reservar en meses que antes quedaban fuera del mapa, como octubre y noviembre. Eso nos satisface porque ayuda a desestacionalizar. Es incipiente, pero hay signos de que existe un público que, cuando le das oportunidades para reservar, lo hace.

¿El intenso calor del verano, que aumentará con la crisis climática, propicia este cambio?
— Es un poco pronto para saber si es así, pero es verdad que los episodios de calor podrían tener algo que ver. También ocurre que un segmento de la población europea que nos visita está envejeciendo y se puede permitir coger vacaciones fuera de los meses tradicionales para huir de la masificación.

Llevant, al estar más lejos del aeropuerto, siempre ha tenido más dificultades para desestacionalizar. ¿Lo están consiguiendo?
— Se ven signos de que sí. Son procesos que requieren de tiempo para fidelizar, pero ayuda que haya ese público fuera de la temporada tradicional o que podamos alquilar espacios del hotel para eventos en temporada baja. Los hoteleros históricamente han dado la espalda a los clientes mallorquines, que agradecen poder pasar unos días de hotel.

¿Cuál es el perfil de sus clientes?
— Durante la temporada alta es más familiar, mientras que en primavera y otoño acuden más deportistas, parejas mayores o grupos de amigos. Se está abriendo el segmento más allá del sol y la playa. Conseguir no depender del mismo segmento es positivo porque nos permite evolucionar.

«No me extraña que haya manifestaciones como las que ha habido en Canarias»

¿Cómo ha cambiado la pandemia el turismo en Mallorca?
— Ha hecho evolucionar el modelo porque la gente usa todavía más plataformas digitales para reservar directamente y la población local, que estaba alejada de la industria, ya forma parte de la clientela. Los conflictos en muchos países del Mediterráneo también están provocando que muchos turistas que antes iban a Grecia, Turquía o el norte de África, hayan descubierto Mallorca. Todo esto ha permitido una recuperación rápida, pero también implica masificación y que los residentes tengan dificultades para vivir por el encarecimiento de la vida, lo cual es algo que nos preocupa. Todo el mundo tiene derecho a vivir en su propia casa.

¿Cómo afrontan la generalizada falta de personal?
— Hasta hace unos años los empleados nos venían de la Península, pero ya no es así porque allí también tienen mucho empleo en el sector turístico y, encima, aquí es complicado vivir. Ya no les sale a cuenta venir. Por eso estamos buscando trabajadores en el extranjero y nuestro objetivo es fidelizar plantillas. Eso implica ser competitivos y ofrecer buenas condiciones laborales. Para dar un buen servicio tienes que tener un personal contento con su trabajo, y alargar la temporada puede ayudar porque permite ofrecer contratos de mucha más duración.

Sus hoteles no bajan de las 4 estrellas. ¿Cree que el futuro del turismo va hacia ahí?
— Es un debate muy necesario que no está resuelto y que no se trata con la profundidad que requiere. Hay que ver qué entendemos por turismo de calidad. Está claro que la irrupción de Airbnb afectó muchísimo a la baja, pero ya estamos en otra fase, en la que las viviendas que se construyen para residentes las compran extranjeros para pasar unos meses. Todo esto nos hace perder de vista hacia dónde vamos. La cantidad de gente que viene a las Islas y el alto consumo de recursos que tenemos no tiene nada de sostenible. No me extraña que haya manifestaciones como las que ha habido en Canarias, que también se podrían llegar a producir aquí.

¿Qué medidas han tomado para reducir su impacto ambiental?
— Son muchas cosas y detalles que vamos incorporando porque hacerlo es una necesidad. Actuamos para ser más eficientes energéticamente, pero también buscamos reducir el consumo de agua en todos los establecimientos. La jardinería de los hoteles tradicionalmente se ha basado en modelos tropicales que estamos cambiando por vegetación autóctona, que no requiere de tanta agua. También eliminamos todo lo que sea de un solo uso, desde vasos a platos, para que todo sea reutilizable. Con pequeñas cosas se consiguen grandes efectos y adaptarnos ya es algo irrenunciable.