Clientes en el Mercado Ecológico de Palma. | Pere Bota

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«Los mercados tradicionales de alimentos en España están desapareciendo, y con ellos, toda una forma de vida», escribe el medio británico The Guardian. La reciente publicación del Informe de Consumo Alimentario de 2023 refleja la realidad de los mercados tradicionales. De igual manera, la brecha generacional de los clientes es evidente para el medio británico: «Ve a cualquier mercado tradicional en España y es sorprendente ver que la clientela es abrumadoramente anciana. Pocos jóvenes frecuentan los mercados, en parte porque pocos de ellos cocinan, pero también porque es más barato y rápido hacer la compra completa en el supermercado». De hecho, el consumo de productos frescos en los mercados tradicionales ha disminuido un 7,3%, lo que sugiere que los hogares españoles prefieren hacer sus compras en las grandes superficies.

La tienda tradicional es responsable de distribuir el 11,9% del volumen de la alimentación a cierre de 2023, cediendo participación, pues pierde el 7% del volumen de compras con respecto hace un año. Esta caída refleja el cambio en los hábitos de compra. En cuanto al tipo de productos, el comercio de cercanía es el segundo canal por importancia en la venta de carne y pescado, con una proporción del volumen del 20% aproximadamente. Sin embargo, es el tipo de establecimiento que acumula la mayor caída de participación en comparación con el informe anterior. De igual manera, los mercados son el segundo lugar de venta de frutas y hortalizas con un volumen de 28%, aunque también disminuye un 7,9% con respecto a las cifras del pasado año.

A excepción de 2020, cuando la pandemia elevó la demanda de frutas y verduras, la tendencia en España ha sido decreciente desde 2008. En los últimos 15 años, el volumen de compras de estos alimentos ha disminuido en un 18%. El consumo de fruta es especialmente bajo entre hogares menores de 35 años, quienes representan solo el 4,5% de los compradores a pesar de constituir el 10% de la población. En contraste, los mayores de 65 años dominan el mercado con un 39% de las compras, aunque su grupo representa el 28%. En cuanto a las hortalizas, el gasto también es limitado en jóvenes, siendo el 70% de los compradores mayores de 50 años.

En Palma, mercados como Pere Garau, l’Olivar y Santa Catalina constituyen una parte fundamental del tejido social. Estos entornos ofrecen una extensa variedad de alimentos frescos de temporada, productos gourmet y especialidades locales. «Todo lo que podrías encontrar en una gran superficie, lo único que requiere tiempo», explica un vendedor del Mercat de l’Olivar. A pesar de ello, asegura que los jóvenes que tienen la cultura de ir al mercado hacen el esfuerzo para seguir yendo cuando ya no viven con sus padres. «Aun así, muchos otros desconocen el funcionamiento de nuestros comercios», añade. El mercader lamenta que muchas veces resulta más fácil comprar un plato precocinado con muchos aditivos, antes que dedicar tiempo a elegir ingredientes de calidad y prepararlo.

«Yo atiendo a la cuarta generación de muchas familias, es indispensable que el valor del mercado se transmita en casa», señala Cristian, propietario del puesto Liagiba Los Sabores del Mundo. Para él, las tiendas de cercanía tienen un modelo de servicio con el que los supermercados no pueden competir. «Yo no hago solamente una venta, asesoro», explica. Esa es la fortaleza de los mercados: un conjunto de pequeños comercios selectivos que componen una gran experiencia para todos los sentidos, donde la compra y venta no es un mero proceso transaccional, sino un intercambio humano y cultural.