Imagen de una promoción de viviendas en Menorca. | Katerina Pu

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El problema de la vivienda se agrava en Baleares, ya que la falta de mano de obra está motivando que el tiempo de espera para poder empezar una obra se prolongue, en algunos casos hasta un año. Así lo confirma la gerente de la Asociación de Constructores de Baleares, Sandra Verger, que precisa que el sector necesita entre 5.000 y 5.500 profesionales para poder dar respuesta a la demanda. «Hay empresas que cuando les presentan un presupuesto ya advierten que no podrán empezar hasta dentro de un año; antes era más inmediato», expone.

Verger insiste en dejar claro que hay problemas más graves, aunque reconoce que la falta de trabajadores complica aún más la situación. En este punto, destaca que el Archipiélago balear hay muy poco suelo disponible para edificar viviendas. Además, resalta que la concesión de licencias requiere bastante tiempo. En las Islas faltan unas 35.000 viviendas para poder dar respuesta a la demanda, según los cálculos de la Asociación de Constructores. Por ello, encontrar un piso o una casa para vivir es una auténtica odisea, tanto en venta como el alquiler. El mercado está muy tensionado, ya que la escasa oferta, hay que añadirle que la demanda está disparada. Al constante aumento de población, se suma que el Archipiélago balear es un mercado muy atractivo para los extranjeros. En concreto, una de cada cuatro viviendas de Baleares las compran extranjeros, según un informe del Banco de España.

Un problema que viene de lejos y se agrava

La gerente de la Asociación de Constructores de Baleares recuerda que la falta de mano de obra es un problema que padece el sector desde la crisis inmobiliaria de 2008, ya que provocó que se perdiesen la mitad de los trabajadores. «Pasamos de tener 70.000 empleados a 35.000». En los últimos años se ha recuperado la actividad, pero las plantillas no lo han hecho en la misma proporción; actualmente hay unos 61.000, por lo que no son suficientes para atender el volumen de trabajo actual.

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A esta carencia de personal hay que añadir el envejecimiento de las plantillas: el 20 % tienen más de 55 años y sólo el 9 % tienen menos de 30 años. Verger advierte que en la próxima década el problema será muy grave y destaca que en los últimos 15 años la edad mínima se ha incrementado en siete años: hemos pasado de una edad media de 37,9 a 44,9 años.

La insularidad también agrava esta situación, principalmente por el elevado coste de vida y de la vivienda. Los trabajadores tienen que destinar gran parte de sus salarios al alquiler y en muchos casos tienen que recurrir a compartir pisos, ya que es la única opción viable. Todo ello, motiva que «se desincentive que gente de otras comunidades autónoma o de otros países vengan a trabajar a las Islas», lamenta.

Incorporación de la mujer

En este punto, la gerente de la Asociación de Constructores de Baleares resalta que apuestan por la incorporación de la mujer y de los jóvenes. Para ello, cuentan con ciclos de formación profesional. «Intentamos trasladar el mensaje de que el sector de la construcción cada vez es menos duro y está más profesionalizado, ya no se requiere tanta fuerza física como antes. Así, uno de los ciclos de formación profesional, el de técnico interior, tenemos más mujeres que hombres», expone.

Respecto al convenio colectivo, Verger subraya que los sueldos previstos en el convenio colectivo se han incrementado un 10 % en los últimos tres años. Además, matiza que estos salarios son los mínimos, ya que muchas empresas pagan más, precisamente, para poder encontrar mano de obra. «Mientras más preparación y cualificación, mayores retribuciones».