Vicente Torrandell compareció en el juicio en un delicado estado de salud. Tras seis años a la espera de la vista, siempre ha defenido su inocencia.

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Tras seis años de la operación que clausuró Cárnicas Vicente por tener alimentos en mal estado, el responsable de la empresa se sentó en el banquillo de los acusados para ser juzgado por un delito contra la salud pública. Niega cualquier irregularidad: «Se etiquetaba según las normas» y añade que «no es ningún delito» tener carne congelada pasada de fecha. «Se iba a destruir». Enfrente tiene a los técnicos de sanidad. La máxima responsable del departamento en la Conselleria de Consum declara justo lo contrario que el acusado: «Ahí había un problema para la salud pública».

Vicente Torrandell, para quien la Fiscalía y el Govern reclaman una condena de dos años de prisión, está acusado de alterar el etiquetado de sus productos para rebasar la fecha de caducidad. Su explicación en el juicio es que cumplía con la normativa dado que compraba género fresco y luego lo congelaba, lo que extendía el margen de caducidad y lo convertía en consumo preferente. Luego, cuando lo descongelaba para servirlo, se etiquetaba con la fecha de caducidad de nuevo.

En su declaración insistió en que tenía clientes «de gran categoría» y que nunca se quejaron por su género. Aporta para respaldarlo cartas firmadas por restaurantes de la Isla, algunos con estrella Michelín. Señaló que disponía de permisos para congelar carne y otros alimentos y que, cuando sufrió la inspección que cerró su establecimiento, estaba a punto de trasladarse a otra nave industrial en Marratxí. Justifica que ese traslado era el momento en el que hubiera destruido tanto el género caducado como el que consideraba que no tenía la calidad suficiente para sus clientes. La funcionaria insistió en su testifical que sí existía un riesgo para la salud pública porque incumplía con los protocolos reglados. Carecía, por ejemplo, de un plan de actuación aprobado por el Govern. Otra de las prácticas cuestionadas fue la descongelación de piezas de carne en agua caliente. Muy peligrosa, según la funcionaria. «Si estaba caliente o no es algo relativo», dijo el acusado.

Cuatro policías señalan al «mal olor» en la planta

Los policías nacionales que intervinieron en la inspección de Cárnicas Vicente en marzo de 2018 coincidieron en la misma precepción nada más entrar en la nave: «Un olor a podrido», «no era como en otras cárnicas a las que habíamos ido». Los cuatro agentes declararon lo mismo. También apuntaron que resultó imposible examinar la enorme cantidad de género que había, 25.000 kilos de carne o siquiera vaciar la cámara.