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«No va a haber negociación bajo la tutela de la violencia». Así de contundente se mostró el líder del PNV, Josu Jon Imaz, que, aunque reconoció que la intención de la formación que dirige es que en la futura mesa de diálogo «estemos todos», aseguró que para que eso ocurra será necesario «un cese indefinido de la violencia de ETA».

El dirigente nacionalista quiso referirse a las decisiones del Departamento de Interior acerca de las manifestaciones convocadas en los últimos días por la izquierda abertzale. En relación a la manifestación celebrada este viernes en Bilbao señaló que «está ajustada a la legalidad» porque sus convocantes «tienen sus derechos civiles en plenitud» y manifestó que, «con la ley en la mano, difícilmente hubiese podido tomar otra decisión». En este sentido, Imaz criticó a Batasuna porque «podría haber hecho lo mismo en San Sebastián, pero optó por la confrontación de forma intolerable».

Imaz admitió que en la actualidad «no hay proceso de paz», sino «pasos previos» con «nubarrones» como la kale borroka, e instó a Batasuna a «cumplir» los compromisos de Anoeta. Asimismo, advirtió que no se puede «marear la perdiz indefinidamente» y señaló que los partidos vascos «tenemos un año y nueve meses preciosos», antes de las próximas elecciones, para «jugar esta oportunidad, que puede ser histórica si sale bien».

En cuanto a su relación con el PSOE explicó que están tratando de establecer «redes de confianza, personal y política», al igual que con otros partidos. En materia de pacificación, Imaz señaló que su formación no quiere «ser protagonista», porque «hay una organización terrorista que debe dejar las armas y un Gobierno que tiene los instrumentos para abordar un final dialogado de la violencia».

Unos instrumentos que en ningún caso serán las «contrapartidas» de las que el pasado viernes habló el dirigente de Batasuna Pernando Barrena. Así lo aseguró Patxi López, que subrayó que la sociedad vasca «lleva años diciendo que lo único que esperamos de ese mundo es la desaparición de ETA y del terrorismo y el silencio de las armas» para entrar así en lo que denominó «una nueva fase en la que la política debería resolver los problemas políticos».