Algunos de los condenados por los atentados del 11-M se pusieron a reír durante la lectura de la sentencia. Foto: PACO CAMPOS/EFE

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La sentencia absuelve a siete de los procesados -otro más fue exculpado durante el juicio- y condena a otros seis a penas sensiblemente inferiores a las solicitadas por la Fiscalía, lo que ha desilusionado a no pocas víctimas, aunque no tanto al Ministerio Público, que se ha declarado «satisfecho» con la resolución y ha anunciado que, «en principio», no piensa recurrirla. Los acusados, por su parte, han seguido la lectura de la sentencia en la sala de vistas de la Casa de Campo con aparente indiferencia, y sólo Antonio Toro ha exteriorizado su alegría por la absolución.

Sólo dos de los procesados, Jamal Zougam y Otman El Gnaoui -condenados a 42.922 y 42.924 años de prisión, respectivamente- son considerados autores de los atentados: el primero porque fue inequívocamente reconocido en los trenes por varios de los supervivientes y el segundo porque su ADN fue hallado en una sudadera utilizada por uno de los terroristas.

La tercera mayor condena ha recaído sobre un español, el ex minero José Emilio Suárez Trashorras, quien sustrajo explosivos -concretamente dinamita- de Mina Conchita y los suministró a la célula que perpetró los atentados. Sólo la atenuante de «anomalía psíquica» ha impedido que Trashorras recibiera la mayor condena de todas, ya que es el único acusado al que, además de los 191 muertos y los 1.857 heridos de los trenes, se imputa la muerte del GEO Francisco Javier Torronteras en Leganés.

Allí se suicidaron Jamal Ahmidan, «El Chino», Serhane Ben Abdelmajid, «El Tunecino», y otros cinco miembros de la célula. Estas siete personas, junto a Zougam y El Gnaoui y otra aún sin identificar, colocaron las 13 mochilas cargadas con explosivos que explosionaron de forma simultánea en varios trenes de Madrid el 11 de marzo de 2004, según el tribunal.