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El Camp Nou volverá a abrirse este miércoles al público después de que el partido de LaLiga Santander entre el Barcelona y Las Palmas (3-0) se disputara a puerta cerrada el 1 de octubre debido a la convulsa jornada que se vivió en la ciudad y en Cataluña con motivo de la celebración de un referéndum por la independencia.

Las cargas policiales en algunos colegios electorales y la tensión que se vivió en un referéndum, impulsado por el Parlament de Cataluña, pero suspendido por el Tribunal Constitucional tras declararlo ilegal, motivaron que dicho día el Barcelona solicitase tanto a los Mossos como a la Liga que se aplazase el partido.

Las dos instancias consultadas declinaron el aplazamiento. La policía autonómica argumentó que su dispositivo era el adecuado para cualquier eventualidad y LaLiga consideró que no se daba ningún hecho extraordinario para cambiar el día de partido. Esta misma noche, la falta de efectivos policiales sí que motivó el aplazamiento del Gimnàstic-Barça B, de la segunda división.

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La directiva barcelonista presentó la alerta que entendían que se había producido cuando un grupo de socios, concretamente los situados en la nueva grada de animación y promocionados por la propia junta, amenazaban invadir el campo en el minuto 1 si se jugaba el partido. Al final, el Barcelona, ante el dilema de perder los puntos y de recibir una sanción, optó por no permitir la entrada de los aficionados y jugar el partido a puerta cerrada.

Ello llevó a la dimisión de dos directivos (Carles Vilarrubí y Jordi Monés), y al presidente Josep Maria Bartomeu a asumir públicamente la decisión de jugar el partido a puerta cerrada.

Dos semanas y media después, el Camp Nou volverá a abrirse, pero las reivindicaciones no desaparecerán, ya que desde la sanción de la FIFA al Barça por la contratación de menores de edad extranjeros, una buena parte de los asistentes acostumbra a silbar el himno de la liga de Campeones.

Por otra parte, el encarcelamiento de los presidentes de la ANC y Omnium Cultural, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, respectivamente, puede convertir al Camp Nou de nuevo en un escenario reivindicativo, justo el día antes del plazo que tiene el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para responder al requerimiento que le hizo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sobre si declaró o no la independencia hace unos días en el Parlament.