Las consecuencias de la guerra de Ucrania ralentizarán la recuperación de la economía española, que no retornará al nivel de PIB previo a la pandemia hasta mediados de 2023, según las previsiones macroeconómicas de primavera del Ejecutivo comunitario. Aunque son más pesimistas que las emitidas a finales de abril por el Gobierno, que prevén un avance del PIB del 4,3 % este año y del 3,5 % el próximo, las proyecciones de Bruselas reflejan que la economía española seguirá creciendo por encima de la media de una eurozona cuyo horizonte se ha ensombrecido por la invasión rusa.
El PIB de los socios del euro aumentará un 2,7 %, lejos del 4 % pronosticado en febrero, y la inflación escalará hasta el 6,1 %. Entre las grandes economías, Alemania crecerá un 1,6 %, Francia un 3,1 %, Italia un 2,4 % y Países Bajos un 3,3 %.
«Se prevé que España mantenga un fuerte crecimiento este año, aunque el impulso debería suavizarse marcadamente en el segundo trimestre. Las inversiones del Fondo de Recuperación y Resiliencia y la recuperación del turismo apoyarán el crecimiento», dijo el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni.
La economía española inició el año con vigor tras haber crecido un 5,1 % en 2021, remontando tras la pandemia, pero los problemas de suministros y la escalada de precios ligados a la invasión rusa de Ucrania han puesto freno a la actividad en el primer y segundo trimestre del año, según el informe comunitario. A partir del tercer trimestre debería recuperar ímpetu apoyada en el turismo, las inversiones del plan de recuperación y una cierta reactivación del consumo privado, pero Bruselas advierte de que el deterioro del poder de compra de los hogares por la inflación y la caída de los salarios reales tirarán a la baja del PIB.
Inflación
La Comisión avisa de que «los riesgos a la baja predominan en un contexto de gran incertidumbre global» y destaca entre estos la inflación, motivada por una subida de los precios energéticos «más rápida en España que en la mayoría de países de la eurozona» y que se está trasladando cada vez más a otros productos. Un mayor aumento de los precios podría afectar sobre todo al transporte, la construcción y la industria electrointensiva y minar aún más el consumo privado, señala.
Bruselas prevé que el aumento de precios empiece a moderarse a mediados de año «ayudado» por las medidas del Gobierno, como los descuentos al carburante o el tope al precio mayorista del gas, de modo que en 2022 la tasa de inflación se situaría en el 6,3 %, pero en 2023 bajaría hasta el 1,8 %.
La parte positiva de la panorámica esbozada por la Comisión es la mejora de las previsiones fiscales y de empleo. Bruselas destaca que el paro cerró 2021 en su nivel más bajo desde 2008 y proyecta que la tasa baje al 13,4 % en 2022 y al 13 % en 2023, en ambos casos nueve décimas por debajo de su última proyección, pero avisa de que el crecimiento de los salarios inferior al aumento de los precios hará que los hogares pierdan poder adquisitivo. Por su parte, el crecimiento económico y la «fortaleza» de la recaudación tributaria, sobre todo por impuestos a la producción e importación, harán que el déficit público baje del 6,9 % al cierre de 2021 hasta el 4,9 % este año y al 4,4 % el próximo.
No obstante, Bruselas avisa de que las medidas que se adopten por el conflicto ucraniano «pesarán sobre el déficit» y que la indexación de las pensiones conforme al IPC «podría resultar en gastos más altos de lo previsto» si persiste la elevada inflación. La deuda pública también bajará al 115,1 % del PIB en 2022 y al 113,7 % en 2023, en ambos casos menos de lo anticipado en noviembre.
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