Puestos en el Sindicat. | M. À. Cañellas

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Fue un día de inauguración pero el ambiente estaba desangelado. La Fira d’Estocs, impulsada por Pimeco, este viernes volvió a las calles y permanecerá hasta este domingo con el objetivo de animar las ventas sacando el género a la calle y con precios atractivos como gancho. Sin embargo, su estreno fue un tanto deslucido: pocos comercios se sumaron a la campaña para animar las ventas. «La calle está muy fastidiada», reconoció Toni Fuster, presidente de Pimeco, ya que «la gente está vaciando los supermercados».

Mateu Cunill, de la tienda de moda masculina Pedro Lladó y presidente de la asociación de comerciantes de Geranis, explicó que «es una gran idea sacar el género a la calle pero tiene que haber más policías». Su vecina, Mercedes Carvajal, propietaria de la boutique HdH, ya tuvo una mala experiencia el pasado jueves por la tarde cuando se adelantó a la campaña: «Vendí una prenda y me robaron seis. Sabemos quien es la persona que ha robado, ya la conocemos». Ayer ya no participó. Uno de los grandes problemas de los comerciantes es que están solos en la tienda, ya que apenas tienen empleados, y mientras cobran a un cliente no pueden vigilar la mercancía expuesta en el exterior, momento el que algunos aprovechan para robar.

«Todos los policías municipales saben quiénes son los que roban. Pasan con un carrito de la compra y aprovechan el descuido. Pero la policía no viene», se queja Carvajal. Los empresarios creen que estas personas aprovechan para revender la mercancía hurtada. «El comerciante está muy cansado. Hemos pasado una pandemia, la crisis y ahora, con la moral tan tocada, viene lo de la guerra en Ucrania. Lo primero que hace la gente es recortar de ropa y calzado», dijo con pesar Cunill.

Tampoco ayuda la sucesión de campañas de rebajas, ofertas, descuentos y el Black Friday. El consumidor apenas encuentra incentivos para seguir comprando. «Pero hay que luchar», insistió Cunill. En el Sindicat, el panorama no era mucho mejor y apenas había tres comercios con género en la calle y pocos clientes curiosos. En Argentería costaba arrancar la campaña. La única comerciante que a las once de la mañana había sacado mercancía era Lola Guillén, de La Fredericka. «Es el primer año que participo. Justo antes de la pandemia cogí el comercio. Participo con la esperanza de animar la calle». El cierre de locales desanima al comprador, que se enfrenta «a un aparcamiento caro. El centro se muere». La presidenta de los comerciantes de Argenteria, Selena Tarongí, advirtió que «no hay manera de llegar al centro. Está muy triste». El primer día de la Fira d’Estocs cerró sin pena ni gloria y hoy se esperan lluvias.