La intención de un grupo de cellers de pedir a la Conselleria
d'Agricultura la creación de una indicación geográfica protegida
para poder etiquetar con el topónimo «Illa de Mallorca» sus
botellas puede perjudicar comercialmente a las bodegas que están
adscritas actualmente a los consejos reguladores de las
denominaciones de origen existentes (Binissalem y Pla i Llevant de
Mallorca) que hasta ahora son los únicos que lo pueden hacer.
Aunque afirmó no conocer realmente las intenciones de estos
cellers, el responsable del consejo regulador de la denominación de
origen de Binissalem, Josep Carretero, afirmó ayer que «querer
utilizar el nombre de Mallorca para vender más vino no parece
correcto». «Nosotros lo empezamos a hacer cuando se creó la
denominación de origen del Pla i Llevant de Mallorca», agregó.
Además, Josep Carretero considera que «la Isla de Mallorca no se
considera por sí misma una zona vinícola, no se puede meter todo en
el mismo saco porque las zonas de prestigio están determinadas y
coinciden con las zonas de las dos denominaciones de origen».
La creación de una indicación geográfica protegida para la Isla
permitiría utilizar este topónimo como reclamo comercial. Además,
esta nueva indicación geográfica estaría regulada por la
Administración aunque con unos parámetros menos estrictos que los
establecidos por los consejos reguladores.
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