Un intenso aroma a mirto fresco se extendió en la mañana de ayer
por todos los rincones de Selva. Esta era la señal de que se ponía
en marcha la Fira de ses Herbes de este año, que siguió las mismas
pautas que en sus dos primeras ediciones aunque incorporó algunas
novedades.
A primera hora de la mañana, los carros cargados de mirto se
concentraron en la plaza desde donde partieron en una procesión a
la que se incorporaron por primera vez los niños disfrazados de
demonios. Al son de los xeremies y de los tambores, los carros
atravesaron el centro del pueblo hasta llegar a la plaza donde les
esperaba el alambique con el que se produce la tradicional agua de
mirto.
Las hierbas fueron descargadas y situadas junto al alambique
mientras bailaban a su alrededor los personajes de «L'esbart de Ses
Herbes».
Acompañando a la tropa este año debutaron Pau y Rosa, los dos
gigantes diseñados por el artista Andrew Pinder. De esta forma, se
enriquecen año a año los elementos festivos de una feria reciente
pero original.
Todo el proceso de destilación del agua de mirto congregó gran
cantidad de público. Entre los asistentes, había representantes de
la política local y autonómica, como el alcalde Joan Rotger y el
conseller de Obres Públiques, Francesc Quetglas.
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