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«Estoy contento de que el 'Gordo' haya tocado a las personas que más lo necesitan», manifestó ayer el administrador de lotería de Cala Rajada, Joan Vicens, que vendió el cupón ganador de la lotería de Navidad con el número 42.473. «Estoy muy contento porque el premio ha sido muy repartido y, sobre todo, lo que más me alegra es que los jóvenes del instituto, a los que tanto les cuesta poder vender sus cupones, se hayan visto recompensados con un premio de 12.000 euros que habrán ido a parar sobre todo a sus familias».

Joan Vicens junto con su mujer, Montse Sard, no pararon en todo el día de ayer. «Desde las 9,30 horas de la mañana hasta la hora del cierre no ha parado de venir gente. He vendido mucho más de lo que me esperaba y en previsión de lo que venía, he pedido a la administración de Madrid que me enviara más décimos para poder vender puesto que las 40 series que tenía se han vendido en su casi totalidad».

Vicens tiene la administración de lotería desde hace 17 años y durante este tiempo ha repartido tres segundos premios de Lotería Nacional -uno el 15 de abril de 1989, otro el 12 de julio de 1997 y el último hará unos dos o tres meses-. El administrador de lotería de Cala Rajada cree que situaciones como estas «no vuelven a ocurrir en la vida. En nuestro caso, es la primera vez que repartimos el Gordo de Navidad pero no creo poder repetir esta experiencia aunque, la verdad es que me gustaría». A pesar de ser unos días de gran alegría, los comercios de la zona no notaron ningún incremento en las ventas. Las joyerías, tiendas de ropa, puestos de venta de pescado y marisco, restaurantes y concesionarios de coche, manifestaron ayer que «la gente todavía no ha digerido el premio y se ve que no se atreven a gastar el dinero antes de cobrarlo». De todas formas, un gran número de personas que vive en Cala Rajada son de procedencia Peninsular o extranjera y durante estas fechas regresan con sus familias y a su tierra de origen, con lo que el núcleo costero se queda casi vacío. «No hay un alma», explicó uno de los comerciantes. «El panorama es muy triste».