El Safari Club Internacional introdujo en 2004 el ‘boc balear’ en su Record Book como especie diferenciada. | Ultima Hora

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El turismo cinegético de caza mayor ha caído a mínimos históricos con la pandemia y corre riesgo de no sobrevivir a la crisis económica. Según datos facilitados por la Conselleria de Cooperació Local, de la que depende la dirección insular de Caça, en todo 2020 se cazaron 11 trofeos, menos de la mitad que el año anterior (con 25 trofeos) y si nos remontamos a 2018 la caída es aún mayor: de un 85 %. En 2018 se cazaron 73 trofeos.

El sector reivindica el valor de un producto turístico que «aunque es minoritario, genera muchos ingresos y contribuye a la desestacionalización». Piden a las administraciones que no se olviden de ellos en la promoción turística exterior.

El coto de la Victoria (Alcúdia), ubicado en la mayor finca pública de Mallorca, se convirtió en 2008 en el primer vedado de caza mayor de Balears en el que los cazadores internacionales podían cazar legalmente el boc balear, uno de los cuatro grandes cápridos de España.

Habían pasado cuatro años desde que el Safari Club Internacional (SCI) reconociera por primera vez al boc balear como especie diferenciada en su Record Book con el nombre de Balearean goat. Se convertía así en un gran atractivo en el mundo deportivo de la caza mayor internacional pues esta especie solo se puede capturar legalmente y con certificado homologado en la Isla.

Actualmente hay cinco cotos en Mallorca integrados en la Associació de Cotos de Caça Major. La mayoría son privados pero el de Alcúdia, gestionado por la asociación de cazadores local, sigue siendo un coto sin ánimo de lucro.

«El dinero se invierte en la conservación del propio monte y tenemos los presupuestos al límite», explica su vicepresidente Joan Josep Hernández.

«El año pasado tuvimos una única venta y este año, aunque tenemos clientes interesados en venir, no se concretan las reservas principalmente por las dificultades de movilidad internacional y la sensación de inseguridad», dice.

Sus principales clientes son americanos de familias pudientes que vienen a España para cazar los cuatro grandes cápridos del país. «Es un turismo que desestacionaliza y genera numerosos ingresos porque vienen cazadores de alto standing acompañados de sus familias que se suelen alojar en hoteles de interior o villas y gastan entre 3.000 y 15.000 euros en la zona durante su estancia que tiene una duración media de cinco a seis días», explica Juan José Hernández.

La temporada alta arranca a finales de febrero o principios de marzo.

Francisco Santandreu, responsable del coto de caza mayor de Cala Murta coincide en que la situación es crítica con la pandemia: «El año pasado solo tuvimos una venta en Cala Murta y todo depende de la COVID-19. Aún así vemos que la gente quiere venir y tenemos que cuidar lo que tenemos como un tesoro».

Mantener la pureza del boc balear es vital para no perder las certificaciones que tantos años costó conseguir. «Confiamos en que el turismo de caza mayor vuelva. La gran pregunta es ¿cuándo?», dice Joan Josep Hernández de la Victòria.