Actualmente en Consell ya se ubica un proyecto piloto de planta solar flotante. | R.P.F.

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El Govern ha dado luz verde a los proyectos para la instalación de cuatro plantas solares flotantes, que se instalarán en las balsas de riego de Ariany, Capdepera, Consell y Santa Maria del Camí. Se trata de cuatro de las cinco plantas flotantes que tiene proyectadas el Institut Balear de l’Energia (IBE), aunque la quinta —ubicada en Inca— todavía está en tramitación.

De las autorizadas por el Govern, el IBE ya ha obtenido el resto de permisos necesarios y, por ello, la próxima semana ya prevén sacar los cuatro proyectos a licitación. La financiación para su ejecución proviene de Europa, en concreto del Fons Factor d’Insularitat.

Según sus cálculos estas cuatro plantas ahorrarán la emisión de hasta 2.721 toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera y en conjunto podrán abastecer a más de 2.000 viviendas de los municipios en los que se ubicarán. «Contribuimos al suministro energético de Mallorca y descentralizamos la producción», explicó ayer el jefe de servicio del IBE, Xavier Verges.

Actualmente en Consell ya se ubica un proyecto piloto de planta solar flotante, que se instaló en febrero y está monitorizada. Mientras que ahora tiene una potencia de 30 kilovatios (kW), se le sumarán más placas para alcanzar los 787 kW. Así, ocupará 5.252 metros cuadrados de los 46.361 metros cuadrados que dispone la balsa. El de Capdepera, por su parte, es el de mayores dimensiones. Ocupará 9.032,41 metros cuadrados y tendrá una potencia de 1.400 kW.

El hecho de ubicar las placas solares en el agua tiene distintas ventajas, según profundizó Verges. «Evitamos que el agua de riego se evapore, suponiendo un ahorro de este recurso que es tan necesario y incrementamos el rendimiento de los paneles, debido a la refrigeración que aporta la lámina de agua, incrementando la producción energética», destacó el jefe de servicio.

Además, en el contexto actual en que el debate de la instalación de parques solares se centra en la ocupación masiva de suelo rústico, Verges destacó que «se aprovecha una explotación preexistente, como es una balsa de riego, que es un espacio ya explotado». Cuanto al impacto medioambiental explicó que «dejamos libre aproximadamente el 50 % de la lámina de agua para respetar la biodiversidad y colaboramos con otros equipos de trabajo para integrar medioambientalmente la instalación».