La versión con aspecto de todoterreno existe desde el año 1995. Como curiosidad este nombre se le ha puesto como referencia a la región australiana de Outback. A este modelo se le hizo un restyling a finales de 2017.
Precio desde
29.900 €
Concesionario
AFOSA
Exteriormente no se puede decir que sea un primer espada en cuanto a diseño, pero tampoco se le puede catalogar de un vehículo feo, ni mucho menos. Después de haberlo probado en profundidad he de decir que ganan de mucho los aspectos positivos a los negativos, sin duda.
Del aspecto exterior cabe destacar unas entradas de aire bastante grandes, los faros LED o las protecciones en los bajos. Son pequeños detalles que, vistos en conjunto, dan una impresión más moderna a este SUV japonés.
A nivel mecánico Subaru se mantiene fiel a los motores bóxer, manteniendo los propulsores diésel y con una incursión importante de las energías alternativas con una opción GLP (bi-Fuel), de gas. En la mayoría de modelos actuales la marca también está dando el paso de los propulsores híbridos. En el caso del Outback por ahora no hay noticias de que sea posible conseguirlo con esta opción.
Para esta prueba nosotros hemos tenido la oportunidad de probar la variante de acceso a la gama: un bloque de arquitectura bóxer y 175 CV que sólo se ofrece con cambio automático Lineatronic (CVT) y tracción integral.
Este propulsor de 2,5 litros ofrece unas prestaciones muy apetecibles, aunque quizá el cambio automático frena un poco la aceleración del vehículo. Está disponible sólo dos modos de conducción: la inteligente, en la que el vehículo elige la mejor opción para consumir responsablemente y la S (Sport), gracias a la cual el vehículo sube mucho más de vueltas y el consumo se dispara un poco. Eso sí, el disfrute aumenta exponencialmente.
Así, las prestaciones en números son de lo más interesantes por medidas y peso del vehículo, con una velocidad máxima de 198 Km/h, una aceleración desde parado hasta los 100 Km/h de 10,2 segundos. El consumo medio anunciado por la marca es de 7,3 litros pero si se hace mucha ciudad sube fácilmente hasta cerca de los 9 litros, que es una cifra también un poco alta. Pero es el precio que se paga por unas sensaciones de un motor bóxer, que a mí personalmente me encantan.
Cuando estás conduciendo el Outback, se percibe una gran sensación de confianza al conductor a la hora de trazar las curvas, lo cual viene avalado por la tracción integral y por la disposición del motor bóxer. El tacto de la dirección es muy bueno, y la agilidad del conjunto es genial a la cual también contribuye el control dinámico del vehículo.
La tracción integral es realmente efectiva en terrenos irregulares; con solo pulsar un botón se activa el X-mode y el control de descenso de pendientes.
En el interior Subaru ha dado un salto respecto a su generación anterior. Pero en este apartado, el diseño del interior es muy convencional y quizá pueda parecer algo antiguo. Los asientos de cuero forman parte del equipamiento de serie del acabado Executive Plus, y aparte de estar calefactados, son eléctricos y cuentan con función memoria.
Este modelo mide 4,81 metros de longitud, lo cual redunda en un interior de lo más amplio para todos los ocupantes, que van muy cómodos. Además, los 512 litros de capacidad del maletero acaban de completar el resto. Lástima que no esté disponible una tercera fila de asientos para una urgencia.
Lo mejor: La información para el conductor y las buenas prestaciones son dos de las características que destacan más en este modelo japonés.
Lo peor: La ausencia de la 3ª fila de asientos y el consumo en ciudad son dos de los pequeños aspectos mejorables en el Outback.
Ficha técnica:
Motor: 2.5i
Cilindrada (cc): 2.498 cc
Combustible: Gasolina
Potencia máxima (CV/rpm): 175 CV/5.800 rpm
Aceleración 0-100 Km/h: 10,2 segundos
Velocidad máxima (Km/h): 198 Km/h
Consumo (l/100 Km): 7,3 l/100 Km
Capacidad maletero (l.): 512 l.
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