La decisión del presidente de Estados Unidos, George Bush, de
permitir que se investigue con las células embrionarias,
posibilidad que sigan adelante las investigaciones sobre el
potencial reparador de estas células en enfermedades como las de
Parkinson o Alzheimer, pero puede limitar otras. El esperado
anuncio de Bush fue recibido con una aprobación cautelosa por parte
de grupos religiosos y representantes de asociaciones de enfermos,
pero con insatisfacción en los círculos científicos.
«Mi decisión -dijo el Presidente- es permitir el uso de fondos
federales para las líneas ya existentes de células embrionarias
«stem», donde la decisión sobre la vida o la muerte ya ha sido
tomada». Bush se refería a las cerca de 60 líneas que ya existen
sobre células «madre» embrionarias obtenidas con anterioridad a
partir de embriones sobrantes en las clínicas de fertilización in
vitro. Pero Bush rechazó el uso de nuevos embriones para obtener
células, aunque hayan sido descartados en las clínicas.
Nada más conocerse la opinión de Bush, el senador republicano
Sam Brownback expresó su «alegría» por la firmeza de la decisión,
pero su «tristeza» por permitirse la investigación con células
derivadas de embriones humanos. Tom Daschle, líder demócrata de la
mayoría del Senado, consideró muy limitada la decisión de Bush, al
igual que el senador demócrata Edward Kennedy, quien lo calificó de
«paso adelante» pero «no suficiente» para impulsar la
investigación.
Las células «madre» embrionarias son las más prometedoras con
las que cuenta la ciencia, porque tienen la capacidad de dar lugar,
si son cultivadas, a cualquiera de los más de 200 tejidos
diferentes que tiene el cuerpo humano. Proceden de los
«blastocitos», los cúmulos de unas 140 células que permiten el
desarrollo primario del embrión y fueron aisladas por primera vez
en 1998 por el científico James Thompson, de la Universidad de
Madison, en Wisconsin (EE UU).
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