Juan Pablo II realizó su tradicional bendición del 'Urbi et orbe' ante miles de fieles.

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OTR PRESS-VATICANO
El Papa Juan Pablo II realizó ayer un llamamiento contra «la plaga del terrorismo» y contra toda forma de violencia en un mensaje de Navidad leído desde la explanada de la basílica de San Pedro, antes de dar su bendición solemne. «Sálvanos de los grandes males que afligen a la Humanidad al inicio del tercer milenio», pidió el Papa en su bendición del 'Urbi et orbe'. El Pontífice, que debido a su enfermedad se ve obligado a desplazarse en una silla de ruedas, insistió en leer su mensaje a pesar del frío que imperaba en Roma ante los cerca de 70.000 fieles llegados de todas partes del mundo, que se congregaron en la Plaza de San Pedro para escucharle.

«Sálvanos de las guerras y de los conflictos armados que devastan regiones enteras del globo, de la plaga del terrorismo y de tantas formas de violencias que torturan a personas débiles e indefensas», agregó el Sumo Pontífice. «Sálvanos del desánimo para emprender los caminos de la paz, ciertamente difíciles, pero posibles y por tanto obligados. Caminos apremiantes, siempre y por doquier, sobre todo en la Tierra donde tú naciste, príncipe de la paz».

En la tradicional Misa del Gallo también rezó por la paz y denunció un mundo convulsionado «por demasiada sangre, violencia y conflictos». Durante las oraciones, ante unos 10.000 peregrinos de todo el mundo reunidos en la Basílica de San Pedro, se invocó a la necesidad de paz para los «países martirizados por la guerra y la guerrilla».

Durante su homilía, retransmitida en directo a través de 80 canales de televisión de unos 50 países, el Papa deseó que el poder del mensaje de amor procedente de Belén, la ciudad natal de Jesucristo, «ilumine la noche del mundo» y «destruya los asaltos orgullosos del maligno».

«Que el poder de tu mensaje de amor destruya los asaltos orgullosos del maligno. Que el don de tu vida pueda hacernos comprender aún más el precio de la vida de cada ser humano», afirmó el Papa. «¡Demasiada sangre aún se derrama sobre la Tierra! Demasiada violencia y conflictos convulsionan las relaciones serenas entre las naciones», exclamó Juan Pablo II.

El Papa, de 83 años, apareció en relativa buena forma, aunque muy encorvado, pronunciando las fórmulas litúrgicas y su homilía con mucha dificultad. Vestido en colores blanco y oro, Juan Pablo II llegó a la Basílica en una silla de ruedas bendiciendo a los fieles, los embajadores acreditados ante la Santa Sede, los cardenales, los prelados y los numerosos religiosos presentes. La ceremonia estuvo rodeada de importantes medidas de seguridad.