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La portavoz de la Red de Organizaciones Feministas contra la Violencia de Género, Angeles Alvarez, aseguró ayer que con la condena del Vaticano al feminismo radical y a la ideología de género, se hace «apología de la desigualdad» y se defiende «principios integristas e inconstitucionales».

Según la Iglesia, el feminismo radical de los últimos años tiene la culpa de que la mujer crea que para ser ella misma tiene que convertirse en antagonista del hombre, «llegando a una rivalidad radical entre sexos, en el que la identidad y el rol de uno son asumidos en desventaja del otro». Por su parte el papa Juan Pablo II, de 84 años, ha dejado claro que rechaza con especial ahínco las tesis de algunos movimientos estadounidenses destinados a justificar nuevas formas de sexualidad en el mundo.

Alvarez respondía así al documento «Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la iglesia y en el mundo», preparado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, el antiguo Santo Oficio, y presentado ayer en el Vaticano.

En el mismo el Vaticano condena el feminismo radical y la llamada «ideología de género», por considerar que la diferencia entre sexos viene minimizada, el individuo se cree con derecho a elegir su género sin tener en cuenta su propio sexo, y se llega a equiparar la homosexualidad con la heterosexualidad.

Para Alvarez el documento «defiende principios inconstitucionales» y alienta, incluso, la violencia contra las mujeres, a la vez que se trata de «una más de las arremetidas contra los principios feministas» por parte del Vaticano, apostilla.

Así, también dijo que el ministro del Interior, José Antonio Alonso, debería de apuntarse en su agenda que además de analizar lo que se dice desde determinados púlpitos de otras religiones sobre el terrorismo, estudiar «cómo se alienta desde la Iglesia Católica a la violencia contra las mujeres».

Juan Pablo II comienza, en su carta dirigida a los obispos, por deplorar «la tendencia a recalcar fuertemente la condición de subordinación de la mujer, con el objetivo de suscitar una actitud contestataria».