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Amel Fernández es el director de la III Social Media Camp en Mallorca que se celebra en el salón de actos de la UIB del 24 al 27 de abril. Es también director de linkedinprogram.com, que ha ideado un programa para posicionar el perfil y la especialidad en esta red social. Amel, cuando ya era licenciado en Biblioteconomía y Documentación y estaba estudiando Periodismo, comenzó a trabajar en ING Direct para pagarse la carrera. «Ahí vi que se me daban bien los datos y al poco tiempo me ascendieron hasta ser analista web. Estuve cuatro años, pero me tiraba mucho el periodismo y cambié ser el jefe de un grupo de personas, con un buen sueldo y coche de la empresa, por ser becario en la revista Emprendedores».

— ¿Y cómo llevó el cambio?

— Al principio mal, porque lo que me pedía el cuerpo era tomar decisiones. De todas formas, estuve bastante tiempo, tres meses como becario y el resto ya contratado. La revista tenía una cuenta en Twitter con 700 seguidores y yo ni sabía qué era Twitter. En la carrera no te explicaban nada de eso y me tuve que leer por las noches multitud de blogs americanos y australianos para saber de qué iba el tema.

— ¿Cuándo se dio cuenta del potencial de las redes sociales?
— Por el 2002. Soy un gran aficionado a la música electrónica y ‘pincho’. Tenía un blog y comprobé que gracias a las redes sociales aumentaba el número de visitas a mi blog.

— ¿Tiene alguna red social favorita?

Instagram, porque es la única que mantiene una pureza estética y conceptual. No entra el maltrato animal, la política, es raro ver fútbol...no estás contaminado por el resto de los asuntos de la redes sociales. Las redes transmiten emociones y me gusta la calma y serenidad de Instagram.

— ¿Pero no se ha ‘facebookizado’ desde que la compró Mark Zuckerberg?

— Sin duda, pero aún mantiene su esencia.

— ¿Toda empresa debe estar en las redes sociales?

— Solo si le merece la pena. Hay negocios, empresas y marcas que no funcionan en redes sociales y hay otras que triunfan gracias a las redes sociales como, por ejemplo, Hawkers. Hubiera sido imposible que esta empresa de gafas se hubiera fundado en 2002 y lo ‘petara’ en 2003, cuando solo había MySpace.

— ¿Hay algún segmento que tiene que estar sí o sí en las redes?

— El del turismo, por ejemplo, por todo lo que engloba en hostelería, gastronomía... Hace años que los turistas las utilizan para alabar, criticar o comentar un alojamiento o restaurante.

— ¿Hay mucho postureo en el mundo de las redes sociales?

— Sí, los smoke seller (vendedor de humo). Muchas personas han visto este sector como un filón para la explotación de una marca personal, pero sin una estrategia para terceros. Aparentan que controlan las redes, pero sólo manejan su imagen y cuando se le propone que logre seguidores para una empresa, fracasan. Esto ha hecho que se deteriore la imagen y se paguen 200 euros al mes a un community manager.

— ¿Es más importante la calidad que la cantidad?

— Sí, sin duda. Muchas empresas quieren conseguir 2 millones de seguidores, pero no se paran a pensar cómo hacer para que un porcentaje se conviertan en clientes. Starbucks tiene 30 millones de ‘fans’ y el dueño de un restaurante coreano en San Francisco 1.900 seguidores, pero todos ellos son clientes. A él no le interesa tener 30 millones de seguidores. La empresa se tiene que preguntar: ¿está sirviendo de algo estar en las redes sociales como negocio, para búsqueda de empleo... para, en definitiva, lograr algo tangible?

— ¿Es rentable que una persona con, por ejemplo 30.000 seguidores, pida pasar la noche gratis en un hotel o ser invitada en un restaurante a cambio de mencionarlo en su red social?

—Algunas personas van echando cara y eso se nota. A veces, un hotel o un restaurante no reservará nada por esa razón, pero desde luego puede ser rentable para un hotel y un restaurante este tipo de colaboraciones, siempre que el ‘influencer’ en cuestión tenga un volumen de seguidores de calidad.

— ¿Qué tal está yendo la III Social Media Camp?
— Estamos alucinando. Tenemos más de 200 inscritos y nos vemos apurados para que todo el mundo quepa en el salón de actos de la UIB. En Mallorca lo hicimos dos veces el año pasado para un aforo de unas cien personas y este año aumentamos el aforo.