El ayuno más común es el intermitente. | Pixabay

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Entendemos el ayuno como un período de tiempo en el que una persona no ingiere alimentos de forma voluntaria. Se diferencia de la inanición, que se produce a través de la falta de alimentos, por ejemplo cuando alguien no come porque no puede (por diversos factores, tales como imposibilidad de acceder a alimentos o enfermedad). La acción de ayunar ha influido desde siempre en muchas culturas. Recientemente, Manos Unidas convocó la Jornada del Ayuno Voluntario. A pesar de las diferentes creencias, hay algunos elementos comunes a la acción de ayunar, como por ejemplo el crecimiento espiritual, la aproximación a Dios y el poder de hacer al individuo una mejor persona.

«El ayuno compromete tanto psicológica como fisiológicamente. Bajo la supervisión de profesionales de la salud, este pequeño estrés puede convertirse en un estímulo positivo. Esta premisa se basa en el proceso de hormesis, que consiste en exponer nuestro cuerpo a un estímulo negativo a priori a bajas dosis, que genera una adaptación positiva a posteriori. Por ejemplo, cuando realizamos ejercicio físico y tenemos agujetas, estas son microrroturas musculares, el músculo detecta que no soporta este primer estímulo y se hace más fuerte», explica Mar Fernández, dietista-nutricionista del centro Salud 10.

palma 10:30.

Para esta experta, el problema aparece cuando se practica el ayuno por cuestiones estéticas, como puede ser bajar de peso. «Cuando una persona quiere bajar peso, en realidad desea reducir grasa y cuando pasa eso es porque generalmente hay hábitos en su alimentación que están fallando. Mediante el ayuno no reducimos tan sólo la grasa, sino también el músculo. Si lo realizamos como un estilo de vida, es decir de manera sostenida en el tiempo y por motivos personales, puede ser correcto e, incluso, se relaciona con la longevidad, pero si lo hacemos para adelgazar, cuando lleguemos al peso deseado seguiremos con nuestros hábitos alimentarios anteriores, generando el efecto rebote», señala Fernández.

El ayuno más común es el intermitente. Hay diferentes formas de practicarlo. Por ejemplo, en el Ramadán no se come durante el día pero sí por la noche. Existen otros patrones, como ayunar 14 horas y 10 no, o incluso 20 horas ayunando y cuatro no. El ayuno intermitente también puede variar según cuánto se puede comer durante las horas permitidas, respecto a las calorías o tipos de alimentos.