La joven, que reside en Mallorca, grabó durante el confinamiento un vídeo practicando boxeo que ha dado la vuelta al mundo. | Youtube Ultima Hora

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Hoy traemos a Amal Saber Hizi a esta página no para que nos hable de Cristiano Ronaldo, con quien mantuvo una relación hace años, la cual tiene más que superada, sino por el vídeo que le grabó su hijo de ocho años aquella tarde en la que el confinamiento le hizo sentirse impotente con la vida que nos está tocando llevar a todos.

«Por ello decidí vestirme de guapa, como si fuera a asistir a la mejor fiesta glamurosa. Y así subí con mi hijo a la terraza de casa, donde estaba el saco de boxeo, que había comprado para distraerme y, de paso, hacer ejercicio. Notando que me daba el subidón, le di el móvil preparado para grabar un vídeo a mi hijo, le dije que empezara a grabar y que no parara hasta que le avisara y… Pues que, mirando al niño, a la voz de ¿listo?, tras propinarle dos patadas seguidas, me lié a darle golpes con mucha furia», relata.
«Luego –sigue– le golpeé con la derecha hasta ocho veces sin parar y a continuación con la izquierda cuatro veces más… Pese a que mi melena se interponía ante mis ojos, jamás lo perdí de vista. Mi concentración había llegado a límites que nunca imaginé. Si se me hubiera salido un pecho por el escote, como a punto estuvo, ni me hubiera enterado. Fue muy rápido, intenso… 24 segundos…»

«Luego –cuenta– visioné el vídeo y como me gustó, lo colgué en mi Instagram. Enseguida vi que mucha gente lo estaba viendo, señal de que había gustado… Pero lo curioso es que gente que conozco en medio mundo me empezó a llamar, diciéndome que me había visto, no solo en Instagram sino en Facebook, donde no lo había colgado. Indagué y supe que alguien, en su cuenta, lo había hecho por mí y que como tenía muchos seguidores se hizo viral. Quise hablar con él, decirle que el vídeo era mío. Pero me bloqueó», dice.

Amal, como no puede hacer nada y menos hablar con el tipo que hizo suya la titularidad del vídeo, que por lo visto ha sido visto por más de dos- cientos millones de personas en todo el mundo, se resigna. Por cierto, Amal, que es de Nador, a poco kilómetros de Melilla, marroquí por tanto, aunque ella se considera bereber, «de hecho soy rubia, como todos mis hermanos y hablo bereber, que nada tiene que ver con el árabe», juega a fútbol y es entrenadora.

Es, además, una relaciones públicas nata. El Racing de Santander puede dar fe de que es así. Y es solidaria. Durante la pandemia, de motu propio, ha conseguido comida para mucha gente. Y le encantaría trabajar en un comedor social, como voluntaria, e ir a Supervivientes, «donde te puedo asegurar que daría mucho juego, pues soy una superviviente de la vida».