Las fotografías son cápsulas temporales, billetes al pasado, retazos y fragmentos de lo que alguna vez fue, estímulos para la memoria. La fotografía no es solo observación, sino interpretación, detallismo y creatividad, por ello se convierte en un medio idóneo para inmortalizar la ceremonia del matrimonio, una muestra de amor que muchos revivirían una y otra vez.
El fotógrafo de bodas Miguel Ángel Garrote (Palma, 1981), de Focus Foto Estudio, ha sido reconocido en el Premio Fotografía de Boda 2021, un concurso nacional que premia las imágenes más impactantes, emotivas e innovadoras. «Este reconocimiento sirve para confirmar que estas haciéndolo bien. Te da a conocer entre el público y entre otros fotógrafos y te mantiene con ganas de continuar con el trabajo», señala Miguel Ángel Garrote.
El instante decisivo
Garrote se dedica a la fotografía profesional desde 2016, cuando acompañaba a su hermano, también fotógrafo, como segundo cámara. Pronto percibió la atracción que sentía por la fotografía: «Se viven momentos únicos. Además, es un oficio de acción, el estrés controlado de no perderse un momento, de que salga todo como toca, es lo que me mantiene vivo. Aunque lo mejor de todo es ver cómo las parejas se emocionan al ver las imágenes que has capturado», declara el fotógrafo. Tal y como explica Garrote, su estilo se asemeja al fotoperiodismo, «capturar el momento sin interrumpir la boda. Los instantes emotivos son siempre los más especiales», aunque siempre hay espacio para la fotografía creativa, como es el caso de las imágenes premiadas. «En el pasado la fotografía de bodas era muy clásica; ahora la tendencia está en jugar con las luces, los flashes, las formas geométricas, etc. Si empiezas a hacer cosas fuera de lo común es cuando te van a buscar, es importante distinguirse con un estilo más creativo», indica Garrote, y cita a los fotógrafos de boda españoles Víctor Lax, Iñaki Lungarán y Víctor Marti como sus referentes.
En sus inicios, Garrote quería tener todo bajo control, visitaba con antelación los escenarios donde se desarrollaba la sesión, que planificaba metódicamente. Con el paso del tiempo ha aprendido a darle espacio a la improvisación; con ello evita frustrarse y alcanza una mayor inspiración. «Igual vuelves a un lugar y no lo encuentras como la primera vez que lo viste. Ahora trabajo sobre la marcha y así valoro la primera impresión».
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