La idea es que el personaje invitado se siente con Manolo en torno a una mesa, sobre sillas altas, para que sean vistos por parte de los asistentes. En esta primera sesión, como a falta de audio no se les escuchaba bien, solventaron el problema sentándose ambos entre los asistentes, que dicho sea de paso no fueron muchos, cosa por otra parte comprensible, pues estamos en verano y mucha gente a esas horas está regresando de la playa. Pero a nada que se corra la voz, el auditorio aumentará. En realidad, al final de esta primera sesión había bastante más público que al principio.
Las colas del hambre, como tema
En este primer día, el tema giró en torno a las colas del hambre. Y para hablar sobre ellas, había sido citado Toni Bauzá, uno de los responsables del comedor social Tardor, que no pudo asistir a causa de un imprevisto que le surgió horas antes, presentándose, en nombre suyo, Carolina Senders, otro de los pilares de dicho comedor social, que explicó con todo tipo de detalles cómo es la situación actual, así como el tipo de ayudas que reciben, que son menos de las esperadas, y de la gran labor que está haciendo el voluntariado. También se dijo que la falta de ayudas y apoyo por parte de los gobiernos a los sin techo era debido a que son personas que ni cotizan, ni votan, ante lo cual las opiniones se repartieron. Y se habló también de que muchas de estas personas, a la hora de solicitar una de las ayudas que da el gobierno, se pierden en la inmensidad de los mostradores de las oficinas a las que acuden a preguntar por ellas, o que desisten en pedirlas al no saber utilizar Internet, o cansarse de llamar a un número que alguien le facilita para tramitar la petición, teléfono que nadie descuelga, o de preguntar en castellano y que le contesten en catalán… «Y lo peor de todo es que esa persona –apuntó alguien desde el público–, harta de llamar a puertas sin resultados, termina por arrojar la toalla, yéndose a vivir a la calle, o a dónde pueda, y a comer a los comedores sociales. Vamos, a buscarse la vida, cosa que unos consiguen con más suerte que otros.
Lo suyo, y así se lo comentamos a Manolo, es que se hubiera sentado entre el público algún funcionario o político para que explicara cómo está la situación. Pero para hablar de estas cosas, los políticos, sobre todo, nos da la impresión de que no están por la labor. Sin embargo, Manolo insiste en que el alcalde de Palma, Jaime Martínez, ha prometido su asistencia, «y cuando lo haga le podremos preguntar sobre muchas cosas». Veremos… Si es que va algún día.
Nuevo diario digital
Al margen de la charla en sí, entre los asistentes estaba la escritora Patricia Chinchilla –que presentó a Manolo y a Carol–, con un libro escrito a tres manos en puertas, que nos contó que a partir del lunes saca un digital, MallorcaNews, «con noticias veraces y objetivas, para lo que contará con colaboradores que aportarán su punto de vista sobre política, inseguridad ciudadana, promesas de los nuevos gobiernos, crónica social, exposiciones, colas del hambre, eventos, etc. Todo desde la más absoluta libertad». Pues habrá que estar atentos a MallorcaNews.
A trabajar con faja
Con una semana de retraso, y no por su gusto, sino por cuestiones del seguro, la empresaria Isabel Coll, además de madre, abuela y con cinco maridos en su vida, pero que en la actualidad está libre, sin compromiso en el aspecto sentimental, y propietaria de una boutique de moda en Marratxí, será operada hoy, jueves, a causa del estado en que se encontraban cuatro de sus vértebras, concretamente las L4, L5, S2 y S1, debido a que entre ellas no había ninguna amortiguación, lo cual le producía mucho dolor y no pocas molestias. «Y esto ha ocurrido –nos dice– a causa del trabajo diario, de más de 12 horas, puesto que tal como están las cosas en el mundo de los autónomos, que por pertenecer a él he de pagar una cuota, la mía de unos 300 y pico de euros, no me puedo permitir tener siquiera un empleado… Porque si lo tuviera, tendría que subir el precio de la ropa, y si hora no es fácil venderla, y eso que yo no me puedo quejar, pues tengo una clientela muy fija, imagínate si la pongo más cara… Y eso me pasa a mí y a la mayoría de pequeños empresarios. No nos podemos poner enfermos, pues el día que no abrimos no hacemos caja, pero la luz y los impuestos siguen corriendo. Y el abono mensual por ser autónomo, también. Tampoco, y por las mismas razones, podemos irnos de vacaciones, porque si cierras la tienda, dejas de ingresar. Por eso, como mucho, estas se reducen a una escapadita a la playa en los fines de semana».
Por eso, si la operan hoy, se va a tomar de descanso solo el viernes, sábado y domingo, y el lunes ¡a trabajar! «Y en soledad, eh, a la que ya estoy acostumbrada. Y como estaré recién operada, tendré que ir con cuidado a la hora de moverme. Por si acaso, me pondré una faja, que con el calor que hace. … ¡Pues ya me dirás! Pero es que no hay otra solución. Porque, repito, si no abrimos, no vendemos».
Aparte de que los ingresos dependen de si trabajas o no, Isabel, como pequeña empresaria que es, se queja también de los impuestos que ha de pagar, «muy altos, pues de IVA, entre una cosa y otra, pago el 27 % … Que ya me dirás a qué precio has de poner la ropa… Yo, desde luego, los pongo más bien económicos, porque, si no, no vendría ni Dios a comprar. Y en el caso de que tuviera un empleado, al que pagara, por ejemplo, 1.200 euros al mes, tendría que sumar a ello los correspondientes impuestos, es decir, unos 700 euros más… Por eso estoy sola en la tienda… Eso sí, a costa de mi salud. Porque con el paso de los años, esta se resiente… Pero es que los autónomos no podemos hacer otra cosa, y si no, que alguien me lo explique. Y eso viene pasando, al menos hasta la fecha, con todos los gobiernos».
Ahí dejamos eso...
A quién corresponda' del Polideportivo Germans Escalas, que tome nota del Whatsapp que un asiduo a esta página, con movilidad reducida, nos envía: «Soy persona con movilidad reducida (PMR) y usuario de la piscina municipal de Germans Escalas. Hace dos meses se rompió la grúa que permite a las personas PMR el acceso a las piscinas. Y durante todo este tiempo aún no se ha solucionado esta situación, por lo que, mientras no se sustituya la misma, o se repare, nuestro acceso depende de la buena voluntad de los/las socorristas que con su esfuerzo, y salvando los riesgos que supone tanto para ellos como para nosotros esta práctica, nos facilitan el acceso al agua con sus brazos, y utilizando la fuerza física.
No entiendo cómo, tratándose de una instalación municipal, un derecho tan evidente como es facilitar el acceso a las piscinas de las personas con movilidad reducida, aún no se haya solventado. Después de dos meses, y entendiendo las dificultades e impedimentos que supone la sustitución de la vieja por una nueva grúa, solicitamos una solución para poder acceder al citado recinto acuático para las personas PMR». Pues dicho queda.
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