De bien nacidos es ser agradecidos, dice el refrán y, a través de sus fotografías, la artista Mireille Ockenfels (Alemania, 1967) devuelve a los animales todo lo que le han brindado. Ockenfels es cofundadora de Art for Wild, proyecto que ayuda a distintos santuarios de vida salvaje en África a través de la fotografía, apoyado por la organización Save Foundation y el banco privado alemán Bethmann, y que ahora llega a la Isla, donde pretende implicarse en la recuperación y la conservación del voltor negre. «El objetivo de Art for Wild es contar y compartir la historia individual de cada animal, conectar con la gente. Con lo que se recauda de la venta de las fotografías, donaciones y apadrinamientos se mantienen los proyectos de cada santuario», explica Mireille, que ha llegado a la Isla hace poco más de un mes.
Su relación con los animales no es baladí y viene de lejos. Mireille estudió en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, y se especializó en la ilustración de libros y la pintura de bodegones, con especial fijación en animales muertos. «Visitaba mataderos, fotografiaba sus cadáveres y los pintaba. Mostraba la vulnerabilidad de los animales que, en solo una hora y sin haberlo pedido, se transformaban de ser vivo a forma escultórica», explica la artista, que dejó la pintura al nacer su hija. Pasó el tiempo y Mireille cayó en una profunda depresión.
«Estuve metida en cama casi diez años. Un día miraba la televisión y echaban un documental sobre un santuario animal en Namibia. Sentí que aquello podía sacarme de mi situación y tardé dos años en mentalizarme y viajar al santuario de N/a'an ku sê. En este santuario conocí a Samira, una vieja guepardo. Cuando nuestras miradas se cruzaban al amanecer, sabía que África era mi lugar. Allí me reencontré y Samira inspiró Art for Wild», declara la fotógrafa que, en ese momento, decidió hacer de Sudáfrica su nuevo hogar.
A través de sus imágenes, Mireille busca despertar la compasión y la curiosidad del espectador. Le gustan las historias de amistad y de familia y por ello, además de guepardos, rinocerontes o facóqueros, siente especial atracción por los elefantes, «sus relaciones sociales y familiares son las más parecidas a las humanas». La fotógrafa ha pasado los últimos siete años en Sudáfrica. Desde allí se desplazaba a diferentes santuarios. Su primer proyecto fue en el de Retiti, en el norte de Kenia, que saca adelante, rehabilita y libera crías de elefante, y está gestionado por la comunidad local de los Samburu. El próximo 29 de septiembre, en el hotel Posada d'es Molí, de la mano de Voss Exclusive, la modista boliviana Rosita Hurtado mostrará su nueva colección y todo lo que se recaude irá a beneficio del santuario de Retiti.
En sus fotografías, Ockenfels escoge planos cerrados, cargados de expresión, «mi primer impulso al visitar un santuario es el de acariciar un animal, pero se debe evitar. Si se acerca, si demuestra que lo necesita, lo haré. De otro modo, debes mantener una distancia. Para fotografiarlos trato de pasar desapercibida, para capturar su comportamiento natural. Puedo pasar mucho tiempo en los santuarios, para que se habitúen a mi presencia. A través de los primeros planos se pueden percibir los detalles más pequeños, siempre tengo el foco en los ojos, la entrada al alma del animal», razona la fotógrafa.
Ya afincada en la Isla, Mireille desea que su proyecto fotográfico pueda ayudar a especies locales amenazadas, como el voltor negre. «Cuando llegué a Mallorca pensé de qué manera podía ayudar, porque hay mucha gente involucrada en la conservación del medio ambiente y la vida salvaje. En el periódico leí la historia de aquella pareja de suizos, los Gildemeister, que en 2012 donó una finca de mil hectáreas para proteger a los buitres negros; fue muy inspiradora. Me gustaría empezar un programa para concienciar a la población de que todavía estamos rodeados por una naturaleza maravillosa, y que debe ser conservada. Ahora debo contactar con la Fundación y comenzar a fotografiarlos».
Este no es el único proyecto de Michelle, a quien le gustaría contactar con el empresario británico Richard Branson. «Escuché quién era en Sudáfrica, donde posee un hotel-safari llamado Ulusaba. Está muy involucrado en la conservación de los rinocerontes; siempre pensé que encontraría la manera de contactar con él y trabajar juntos. Necesitamos más gente como él, que no solo estén interesados en gastar su dinero en un viaje a la Luna, sino en mejorar la vida en la Tierra», concluye.
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