No están bien vistos los empresarios y no es justo. El maniqueísmo que se practica hoy y que campa a sus anchas en las redes sociales ha generado una corriente basada en crucificar a los empresarios como seres malignos que se dedican a aumentar su riqueza de manera glotona en base al esfuerzo y sacrificio de sus humildes y entregados trabajadores. Además, se recrean en la idea de que cobran muy por debajo de lo que merecen y que sufren un maltrato supino que les exprime hasta la última gota de sangre para engordar el inmenso patrimonio del patrón.
Y casos habrá. Pero la gran mayoría de los empresarios son ingenuos luchadores, currantes, que arriesgan cada día para conseguir que su empresa crezca, en negocio y recursos, para ser mejores, contando con un buen equipo que sea capaz de prestar el mejor servicio o vender el mejor producto. Y nada comparado con la lucha diaria de los miles de autónomos que sobreviven en la jungla del capitalismo para conseguir beneficios con los que mantener a su familia y no morir en el intento.
Pandemias, crisis, impuestos, conflictos y ahora una guerra en Europa con consecuencias económicas, por ahora, impredecibles. Todo esto solo se puede afrontar con cierta insensatez, ingenuidad, pasión y optimismo. Carmen Planas será reelegida esta semana como presidenta de los empresarios de Baleares. Buen mascarón de proa.
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