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Este término, el de desarrollo sostenible, fue incorporado al lenguaje universal por el secretario de Estado norteamericano Kissinger en consonancia con el desarrollo auto sostenido (self sustained growth) substituyendo así, el concepto anterior de ‘eco-desarrollo', cuyas connotaciones eran más próximas al desarrollo del sistema económico que al medioambiental propiamente dicho.

El concepto de ‘desarrollo sostenible' fue plasmado en la Declaración de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Humano celebrada en Estocolmo en el año 1972, considerándose este hecho todo un hito ya que se ponía por primera vez blanco sobre negro el medioambiente como un problema y una preocupación universal; plasmando así los pilares y las bases de «los principios comunes que han de servir de guía para preservar y mejorar el medio humano».

Establecidos los pilares, la propia Declaración de 1972 pasó a definir ‘desarrollo sostenible', en mi opinión, de forma magistral: «El desarrollo sostenible es aquel que es capaz de cubrir la necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades».

En un paso más de la propia evolución terminológica, el concepto ‘desarrollo sostenible' ha sido puesto en cuestión por la doctrina actual, al considerarse «ambiguo, economicista y productivista», además de ser utilizado por los poderes económicos «para oscurecer las contradicciones que el desarrollo implica para el medio ambiente». Por ello, en la actualidad es más adecuado hablar de ‘sostenibilidad', integrando así la perspectiva social y humana al concepto de desarrollo sostenible. La sostenibilidad es: el desarrollo económico con el respecto necesario al medio ambiente para lograr en última instancia el progreso social.

La sostenibilidad defiende y promociona una unión permanente de la economía, la naturaleza, la cultura y la tecnología con el objetivo de transformar los sistemas económicos actuales con el objetivo de equilibrar las posiciones de la economía, la naturaleza y las personas en un plano de igualdad. A la incorporación de la parte social al concepto de sostenibilidad tuvo mucho que ver la Declaración de Estambul+5, celebrada en el 2001 en Nueva York, y en donde se formuló el concepto propio de «asentamientos humanos sostenibles» como el derecho a que todas las personas tengan un entorno saludable y seguro, incorporando así el componente social al concepto de sostenibilidad.

Adentrándonos en el concepto derecho al agua en el año 1977 tuvo lugar la transcendental Conferencia del Mar de Plata en el seno de las naciones unidas, reconociendo que «todas las personas y pueblos, sin importar el nivel de desarrollo y condiciones económicas y sociales, tienen el derecho a disponer de agua en un cantidad suficiente para satisfacer sus necesidades básicas».

Pasando por la abundante normativa posterior (convenio de Helsinki de 1992, protocolo sobre agua y salud de 1994, declaración de Dublín de 1992, etc.) nos encontramos finalmente con la Directiva 2000/60/CE de 23 de octubre, que estableció el marco comunitario sobre la política de aguas al servicios de las comunidades y las personas en un entorno sostenible, estableciendo que el agua «no es un bien comercial como los demás, sino un patrimonio que hay que proteger, defender y tratar como tal».

A pesar de que actualmente hay muchas zonas con abundante agua, el agua potable en la actualidad ya es un bien escaso y finito; todo ello teniendo en cuenta que es un bien imprescindible para la vida humana. Por ello, el reconocimiento universal del agua y del saneamiento ha de ser tratado como un bien demanial propio de las administraciones públicas implicadas en su suministro, y para ello, será imprescindible incorporar el concepto de ‘sostenibilidad del agua' a las futuras políticas públicas.
Las tres patas implicada en la sostenibilidad del agua (economía, medio ambiente y sociedad) tendrán que aunar esfuerzos para su futuro uso racional, en caso contrario, deberemos prepararnos para su uso limitado o simplemente finito.