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Esta cifra de la escala Celsius va a marcar nuestras vidas próximamente. No solo porque lo haya decretado el Gobierno sino porque se va a convertir en el nuevo mantra de la sostenibilidad y el respecto por el medio ambiente. No está mal, y se lo dice alguien al que le encanta estar fresquito hasta que se me empañen las gafas al salir. En algún momento tenia que llegar un poco de sentido común. Lástima que sea por culpa de una guerra que nos amenaza con cortar el suministro de energía pero lo cierto es que nos habíamos acostumbrado a vivir sin carestía. El papel de váter fue el primer aviso, ahora la falta de cubitos amenaza nuestros whisky on the rocks y nos fastidia el verano.

Hemos llegado al punto de asociar la riqueza con el despilfarro y que quien más tira el dinero más rico es. Pero la energía, como sabe, ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Desperdiciar la energía sale muy caro para todos no solo para quien la paga, por mucho dinero que tenga. Los veintisiete grados son un valor objetivo que invita al consumo responsable de energía, algo que ha tardado en llegar. De paso, invito a los reyes de la opulencia, a malgastar su dinero sumando energía, en lugar de restarla. Que sea más rico aquel que más dinero invierta en mejorar el planeta. Si no saben cómo, que miren que son las ODS. Hay treinta para elegir. Ánimo.