Una vez conseguido en el Congreso la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado y colado, sin meter mucho ruido, la reforma del delito de sedición, el Gobierno se propone inundar la Cámara Baja de proyectos de reformas legislativas con claro contenido social.
Quiere ser una precampaña electoral de las municipales y autonómicas de mayo, que van a señalar la senda hacia Moncloa. Pedro Sánchez lleva semanas tirando del argumentario con el que pretende vender su gestión política a favor de las clases medias, en contra de los ricos y buscando el interés general.
Dicho así, suena muy bien, si las consecuencias de esa hiperactividad legislativa fuera realmente eficaz para la ciudadanía. Pero los fiascos de la aplicación de las últimas medidas debería llevar a Ministros y Presidente a la conclusión de que más vale hacer las cosas bien y con asesoramiento que la precipitación y el error.
Por poner un ejemplo del que resulta ya cansino hablar: la gran torpeza de la ley de ‘solo sí es sí' ha logrado, a día de hoy, que treinta y seis condenados hayan vista reducida su pena, y diez hayan sido excarcelados. Una ley que ha logrado, como se vio el viernes en Madrid, partir en dos el movimiento feminista con posturas irreconciliables.
Y así, también podríamos hablar del Ingreso Mínimo Vital, que solo ha llegado al 35,8 por ciento de las familias que lo necesitan, o de la subvención cultural a los jóvenes que cumplen dieciocho años, que la mitad no lo han recibido etc., etc.
Pedro Sánchez debería pensarse bien que leyes pretende enmendar o dar la vuelta y dejar de tocar el Código Penal, que es la columna vertebral de la justicia punitiva. La polémica del delito de sedición no tiene tanto recorrido como para merecer una cascada de proyectos legislativos mal elaborados. Pero, sobre todo, déjense asesorar; que el Estado tiene instituciones varias para orientar en cada materia.
Menos prisas y más rigor y eficacia.
1 comentario
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Idò molta gent pensa que amb en Sánchez Espanya està millor que amb en m.rajoy. Hi ha més drets socials, millor estat del benestar, els nacionalismes baixen perquè no se senten odiats. Clar que hi ha coses millorables però per lo manco ja no hi ha la sensació de corruppció, ni d'enfrontament entre distintes comunitats. Ni Kitchen ni Gürtel ni Bárcenas ni Villarejos